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Brasilia (Sábado, 15-05-2010, Gaudium Press) Fue con una conferencia del arzobispo de Brasilia, Mons. João Braz de Aviz, cuya arquidiócesis fue responsable por la organización y sede del XVI Congreso Eucarístico, que concluyó este sábado de tarde el Simposio Teológico del evento.
Y no podría ser otro el asunto abordado por el arzobispo que la experiencia cristiana, a partir del concepto de discípulo misionero bajo la eucaristía, tema de esta edición del Congreso Eucarístico.
Según Mons. João Braz, la experiencia comunitaria de Dios, fraterna y vivida entre los católicos es el camino que debe ser siempre recorrido por la Iglesia. Una experiencia que solo puede ser vivida si es basada fuertemente en el Evangelio, destacó el prelado, pero que debe ser siempre compartida.
La vivencia religiosa de los eremitas en el pasado, por ejemplo, que se aislaban en oración por no encontrar espacio en la sociedad para testificar su vida cristiana, es una experiencia que se aproxima a Dios por causa de la oración, pero que al mismo tiempo carece de la vivencia en otros aspectos del Evangelio, como el estar junto a la comunidad, cree Mons. João.
«Esta experiencia hoy se hace de forma más plena con los benedictinos, los cistercienses», pondera, recordando que además de la intensa oración estos también están junto a las necesidades de las comunidades.
Según el arzobispo, ser cristiano es estar eminentemente en medio de otros, en una experiencia comunitaria, y rechazar el creciente individualismo.
«Tenemos que salir de la superficialidad, porque entramos a una cultura de la imagen dada por otros, que acaban influenciando a todos por algunos que detienen los medios de comunicarla», declarou, en una crítica velada a los medios de comunicación seculares.
«La competencia de estar por encima, de tener que vencer, tener más dinero, etc., es el exacto opuesto del Reino de Dios. Si nosotros tenemos que traer hoy una luz para este momento actual, tenemos que aprender a entrar en las fracturas que la humanidad presenta», pidió.
El Arzobispo habló también del misterio de la Trinidad, del desafío de pensar en la persona, siendo una persona y al mismo tiempo tres, y destacó el tema del congreso, diciendo ser imperativo que la Iglesia lleve adelante la idea de la eucaristía como fuente de ella, iluminando y alimentando a las personas.
Él subraya que solo existe una dignidad que Dios concede igualmente a todos, hombres y mujeres: somos todos hijos de Dios. «Es preciso reconducir a la experiencia del amor, que solo es posible a partir de la fuente de la Santísima Trinidad, de la convicción de que el hombre y la mujer fueron hechos a imagen y semejanza de Dios».
Y concluye, con una pequeña y simple «receta»: «Tenemos que saludar a todo el mundo, mirar a los ojos de las personas, dar un beso y un abrazo puros, no huir de las personas. Éste es el único método para vivir e interpretar la realidad de Dios, a través del amor».
Gaudium Press / Pedro Ozores Figueiredo
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