sábado, 23 de noviembre de 2024
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Cuando Dios habla de sus criaturas…

Bogotá (Jueves, 27-05-2010, Gaudium Press) Hemos recalcado en este espacio, sobre la utilización de ese camino accesible a todos, de ir a Dios a través de sus criaturas. Verdaderamente, las cosas existentes no son sino la imitación creada de las Ideas Divinas y por eso lo reflejan, lo expresan. Además, «las ideas del Intelecto divino no se distinguen de la misma Esencia de Dios; son simplemente la misma Esencia divina en cuanto imitable ‘ad extra’ «, según afirma Jesús García López en su admirable «Metafísica tomista». Las criaturas, en su conjunto, son un maravilloso reflejo de la Esencia de Dios.

Cuando hablamos de «criaturas» nos referimos a las naturales. Otra cosa son los artefactos surgidos de las ideas humanas: ellos reflejan las virtudes o vicios de los hombres.

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Hay unos trechos sublimes del libro de Job de los que poco se habla. Son la interpelación que hace Dios al siervo paciente, en la que el propio Creador habla de sus obras y de su riquísima acción hacedora. Cedamos la palabra al texto sagrado, en el capítulo 38 y 39:

«¿Quién eres tú para dudar de mi providencia y mostrar con tus palabras tu ignorancia? Muéstrame ahora tu valentía, y respóndeme a estas preguntas: ¿Dónde estabas cuando yo afirmé la tierra? ¡Dímelo, si de veras sabes tanto! ¿Sabes quién decidió cuanto habría de medir, y quién fue el arquitecto que la hizo? (…) Cuando el mar brotó del seno de la tierra, ¿quién

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Foto: Wtl Photos

le puso compuertas para contenerlo? Yo le di una nube por vestido y la niebla por pañales. Yo le puse un límite al mar y cerré con llave sus compuertas. Y le dije: ‘Llegarás hasta aquí, y de aquí no pasarás, aquí se romperán tus olas arrogantes.’ «.

«¿Alguna vez en tu vida has dado órdenes de que salga la aurora y amanezca el día? ¿Y de que la luz se difunda por la tierra y los malvados vayan a esconderse? (…) ¿Quién es el padre de la lluvia y del rocío? ¿Quién es la madre del hielo y de la escarcha? ¿Quién vuelve el agua dura como la piedra y congela la superficie del océano? ¿Eres tú quien mantiene justas a las Pléyades y separadas las estrellas de Orión? (…) ¿Quién dio instinto inteligente a aves como es ibis o el gallo? ¿Quién es tan sabio que sepa cuántas nubes hay? ¿Quién puede vaciarlas para que den su lluvia, y para que el polvo se convierta en barro y se peguen los terrones entre sí?

«¿Eres tú quien busca presa para las leonas, para que coman sus cachorros hasta llenarse, cuando se esconden en su guarida o se ponen al acecho en la maleza? ¿Quién da de comer a los cuervos, cuando sus crías andan buscando comida y con grandes chillidos me la piden?»

Hasta las carencias de la creación revelan, por su ausencia, la mano del Creador:

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Foto: Martin Heigan

«Ahí tienes el avestruz: aletea alegremente, como si tuviera alas de cigüeña, y abandona los huevos en la arena para que se incuben al calor del sol. No piensa que alguien puede aplastarlos, que algún animal puede pisotearlos. Es cruel con sus crías, como si no fueran suyas, y no le importa que resulte inútil su trabajo. Es que yo no le di inteligencia; le negué el buen sentido. Pero cuando se levanta y echa a correr, se ríe de caballos jinetes.»

Ante tanta grandeza y tanta verdad, solo cabe la actitud que entonces tuvo Job: «Yo sé que tú lo puedes todo y que no hay nada que no puedas realizar. ¿Quién soy yo para dudar de tu providencia, mostrando así mi ignorancia? Yo estaba hablando de cosas que no entiendo, cosas tan maravillosas que no las puedo comprender. Tú me dijiste: ¿Escucha que quiero hablarte; respóndeme a estas preguntas:» Hasta ahora, solo de oídas te conocía, pero ahora te veo con mis propios ojos.» (Job 42, 1- 5)

Gaudium Press / Saúl Castiblanco

 

 

 

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