Cardenal Errázuriz porta el Santísimo |
Santiago (Lunes, 07-06-2010, Gaudium Press) Ayer, miles de fieles repletaron la Catedral Metropolitana y las céntricas calles de la capital para ser partícipes de la celebración de Corpus Christi. Como ya es tradición, la solemnidad estuvo marcada por la multitudinaria y fervorosa procesión que fue encabezada por el Arzobispo de Santiago, Cardenal Francisco Javier Errázuriz, en compañía del Nuncio Apostólico en Chile, monseñor Giuseppe Pinto; y de varios presbíteros y diáconos de la arquidiócesis.
Luego de rezar el rosario en la Iglesia de San Agustín, el Cardenal se trasladó a las dependencias de la Catedral para presidir la eucaristía central. En su homilía, el prelado destacó el valor de la Solemnidad de Corpus Christi, señalando que «este pan bajado del cielo» es una gracia extraordinaria, ya que es el mismo Jesucristo quien «permanece entre nosotros».
Renovado impulso misionero
Comentando el evangelio dominical, el purpurado recordó que al multiplicar los panes Jesucristo pidió a sus apóstoles que dieran de comer a la gente, y que este mandamiento «nos asocia a la generosidad suya y quiere que nosotros podamos transmitir los dones que nos ha entregado y quiere entregárselos a los hambrientos, a los pobres, a los que están desnudos, a los que no tienen libertad, quiere que nosotros colaboremos con Él. ¡Qué dignidad más grande la nuestra que Dios mismo, el Hijo de Dios hecho hombre nos invite a colaborar con Él!».
Luego agregó: «Muchos de nosotros no quisiéramos que hubiera tanto sacrificio y tanta renuncia, pero no son los planes de Dios. Jesucristo quiso morir como el grano de trigo. Y hay que ver el fruto que pudo darnos. Cuando Jesucristo nos encomienda que seamos pastores según su corazón significa también que estemos dispuestos a dar la vida por los demás».
En este mismo sentido, el Cardenal indicó que en el marco de la Misión Continental este llamado se traduce en «que nosotros seamos servidores para todos y, por lo tanto, que nosotros comprendamos nuestra vida como un servicio, como una donación, también como un canal a través del cual Dios regala tantos dones a su pueblo. Esa dignidad tenemos nosotros». Y agregó que «la Eucaristía es una invitación para todos nosotros, de manera que también nosotros seamos pan bueno para la vida del mundo».
Multitudinaria y entusiasta procesión
Al concluir la Santa Misa, se inició la procesión del Santísimo por las calles del centro de Santiago. En esta ocasión, la procesión contó con la destacada participación de una multitud de laicos quienes con mucho fervor y respeto acompañaron a Jesucristo Sacramentado con cantos y oraciones. El trayecto se realizó sobre una alfombra de flores y aserrín, con motivos religiosos centrados en el sacramento de la Eucaristía, confeccionada por alumnos de cuarenta colegios católicos.
Al retornar nuevamente a la Catedral se procedió a un momento de adoración al Santísimo, culminando la jornada con la solemne bendición final impartida por el Arzobispo de Santiago.
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