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Talca (Miércoles, 16-06-2010, Gaudium Press) El pasado viernes 11, la Iglesia de Talca culminó en Año Sacerdotal con la ordenación del diácono en tránsito Juan Carlos Arancibia. La emotiva eucaristía realizada en la capilla del Instituto Santa Marta de Curicó, fue presidida por monseñor Horacio Valenzuela y concelebrada por sacerdotes de la diócesis.
En su homilía, el obispo destacó la admirable labor de San Juan María Vianney, quién con las herramientas de la eucaristía, el perdón y el servicio, reconstruyó la moral de un pequeño poblado rural. «Nuestra sociedad espera de nosotros lo mismo. La misericordia de Dios es la única fuerza que tiene capacidad para transformar el mundo, para hacerlo más justo y más humano», dijo.
«Gran regalo para nuestra Iglesia diocesana»
Refiriéndose al futuro sacerdote el prelado indicó: «En este día del Sagrado Corazón recibimos un gran regalo para nuestra Iglesia diocesana. Gracias a la vida de nuestra Iglesia misionera, nuestro hermano Juan Carlos pudo escuchar el llamado del Maestro, pudo madurar su amistad. Gracias a su familia, a los hermanos sacerdotes, a las religiosas y a nuestro Seminario San Pablo de Rauquén ha ido cultivándose este don de Dios».
Y agregó: «Podemos decir que Juan Carlos, apoyado en la oración de la Iglesia, se sumerge en esta corriente de amor compasivo que nace de Dios y que viene al mundo a recoger nuestra limitación y nos eleva hacia Dios; así hace nuevas todas las cosas. Especialmente en la Eucaristía, el sacerdote junto a su pueblo entra todos los días en esa corriente siempre fresca de donación que trae a nuestra pobreza toda la riqueza, la bondad y la alegría de Dios».
Ordenación sacerdotal
Continuando con la celebración, Juan Carlos Arancibia hizo sus promesas y proclamó las letanías. En seguida, monseñor Horacio Valenzuela impuso las manos al nuevo presbítero, como signo de transmisión del Espíritu Santo, gesto que fue seguido por todos los sacerdotes presentes. Luego, le fueron impuestas la estola y la casulla, se hizo la unción de las manos, se le entregó el cáliz y la patena, y finalmente el prelado le dio el saludo de la paz.
Una vez culminada la eucaristía, el recién ordenado sacerdote expresó a fuentes de comunicaciones del obispado su agradecimiento a todos quienes lo acompañaron durante este hermoso proceso. «Gracias a la Iglesia, a nuestro Obispo por su confianza, a los sacerdotes, al seminario, a las comunidades en las que he estado, a mis amigos y compañeros. En esta noche he sido ordenado gracias al amor de Dios, a la oración de tantas personas, en especial de las religiosas Carmelitas y Trapenses, y también de mi familia. Les pido que sigan rezando por los sacerdotes y por las vocaciones, y así tener a Cristo en medio de este mundo», dijo.
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