viernes, 22 de noviembre de 2024
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"Creo que todo seminarista y sacerdote debiera practicar algún deporte", dijo monseñor Cristián Contreras Villarroel, Obispo Auxiliar de Santiago, en entrevista

Santiago (Jueves, 17-06-2010, Gaudium Press) Todo el país festejó ayer el debut victorioso de la selección chilena de fútbol en el mundial de Sudáfrica, quien se impuso por la cifra mínima sobre el equipo de Honduras. El encuentro deportivo paralizó por unos minutos todas las actividades y la Iglesia no fue la excepción. Tanto sacerdotes, seminaristas y funcionarios eclesiales siguieron con emoción cada jugada y gritaron alegres el primer tanto.

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Monseñor Cristián Contreras

Con ocasión del mundial, el Obispo Auxiliar de Santiago, monseñor Cristián Contreras Villarroel, concedió una entrevista a la oficina de prensa del episcopado. En ella el prelado conversó sobre su pasión por el fútbol, los valores del deporte y la iniciativa de crear una pastoral del deporte.

Publicamos un extracto de la entrevista:

¿Usted juega fútbol?

Sí, pero viendo la televisión o en el estadio como hincha entrenador. En serio, jugué fútbol en el colegio, era arquero, con una estatura aceptable para ese dominio. En el seminario, el año 1977, inauguramos una cancha de «futbolito», es decir, de ocho jugadores por lado. Allí empecé a jugar como delantero. Como sacerdote, entrené alguna vez con el Barnechea, cuya cancha estaba debajo de las instalaciones parroquiales. Después quedé muerto, porque un par de meses sin jugar y pretender hacerlo como si estuvieras en todas tus condiciones es imprudente. También jugué siendo formador del seminario. Ya no lo hago. Para todos pasa el tiempo y pesan los kilos extras.

¿Pero alguna patadita le pega al balón?

Sí, trato de seguir dominando bien el balón. Cuando asisto a un colegio o parroquia y los niños patean una pelota, me involucro, hago alguna finta, «dribleo» y trato de acertar algún un gol. Es cercanía con ellos y recuerdos de tiempos pasados. El fútbol y la técnica no se olvidan. Es como volver a andar en bicicleta, o jugar un partido de ping-pong o de taca-taca.

¿Le gusta que los sacerdotes y seminaristas jueguen?

Sin duda. El deporte y el fútbol en particular hacen un bien enorme al desarrollo integral de las personas. Nosotros jugábamos al menos tres veces a la semana, desde las 14 a las 16 horas. Creo que todo seminarista y sacerdote debiera practicar algún deporte, aunque sea la bicicleta estática, como es mi caso actual. En el seminario había buenos futbolistas, tenistas y atletas.

¿Qué opina de la Clericus Cup?

Es un campeonato de fútbol que se realiza en Roma en el que participan seminaristas y sacerdotes provenientes de los cinco continentes que estudian en las universidades eclesiásticas. En medio de tantas noticias negativas y dolorosas que involucran a sacerdotes, esta copa permite a la opinión pública tener una mirada más humana y de simpatía hacia los seminaristas y sacerdotes jóvenes. Pero no hay que idealizar el fútbol entre seminaristas y sacerdotes. Los árbitros muestran tarjetas amarillas y rojas. No son ángeles jugando.

¿Cómo le ha marcado a usted la vivencia que tuvo su padre del Mundial de 1962 en Chile?

Para el Mundial de Chile, yo tenía 3 años de edad. Crecí escuchando a mi papá acerca del Mundial. Además mi papá compraba todas las semanas la revista Estadio, además de otras revistas del acontecer nacional. Para el Mundial del 62, él trabajaba en una empresa filial de Corfo, y la empresa vendió abonos para todos quienes quisieran asistir a los partidos en el Estadio Nacional. Allí se encontraban con compañeros de trabajo y de otras empresas, todos de terno y corbata. Él compró un abono en la galería sur del Estadio Nacional, debajo del marcador de goles. Hasta el día de hoy le escucho anécdotas. Son tantas que me parecen como si fueran la de una persona que asistió a muchos mundiales. Pero lo importante para mí es la herencia de gratitud que él siente por la alegría que proporciona el fútbol. Además del Mundial del 62 y su admiración por don Fernando Riera y futbolistas como Raúl Sánchez, Sergio Navarro, Jaime Ramírez, Leonel Sánchez, Honorino Landa, Alberto Fouillioux, Jorge Toro y Eladio Rojas.

¿Cómo describiría al hincha chileno?

Hay muchas categorías de hinchas. En general, el hincha chileno apoya cuando el equipo está cumpliendo una buena campaña. En regiones hay mayor fidelidad por el equipo. Otra cosa son las barras. Un fenómeno al que no debemos quitar relevancia y que debe ser abordado desde varias perspectivas: la exclusión social, la necesidad de tener referencias asociativas y que les proporcionen identidad a los jóvenes, la violencia física entre ellas y también la violencia verbal hacia los jugadores. Creo que es necesario ofrecerles un acompañamiento institucional. En el partido de la Católica contra el Caracas, por la Libertadores este año, la barra gritó contra los jugadores y el entrenador en un tono inaceptable y grosero que hace pensar si aquellos líderes negativos sienten realmente con el equipo. Una pregunta que debemos hacer dice relación con la responsabilidad y eventual apoyo de las dirigencias de los clubes hacia estas barras. Si las apoyan con entradas, deben también apoyar a sus miembros en educación cívica y en los valores deportivos.

En general, ¿cómo ve este Mundial?

Es siempre una alegría la celebración de un Mundial. Qué bien hace ver a tantas Selecciones buscando su paso a la otra fase y la alegría de la gente. Es hermoso ver a las colonias residentes en Chile como se reúnen en torno a la mesa y la televisión. Se dice que el Mundial se inicia en los Octavos de Final. Parafraseando a un relator de fútbol, digo: «allí te quiero ver, Chile».

En tiempo de Misión ¿cómo se puede vivir el discipulado misionero en un ámbito como el fútbol?

En la gran mayoría de los jugadores de fútbol encontramos muchas expresiones de religiosidad. Entran a la cancha santiguándose. Hacen un gol y lo dedican al cielo con la señal de la cruz. En esos gestos hay un potencial evangelizador enorme. Me pregunto cómo podemos acompañar a los jóvenes futbolistas. Se podría establecer un servicio a ellos desde alguna de nuestras Vicarías y con las dirigencias de los clubes. En una palabra, como dice nuestro Papa Benedicto XVI: «Cristo no quita nada, en cambio lo ofrece todo». Algo podríamos ofrecer al respecto, una pastoral del deporte. Creo que hay personas como el gran tenista Jaime Fillol, don Arturo Salah y tantos otros que nos podrían ayudar en este servicio.

 

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