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"La [visita] Ad Limina fue una oportunidad única de espiritualidad, comunión y profundización"

Roma (Martes, 22-06-2010, Gaudium Press) En entrevista exclusiva con la corresponsal de Gaudium Press en Roma, Anna Artymiak, Mons. Walmor Oliveira de Azevedo, presidente de la Regional Este 2 de la Conferencia de Obispos del Brasil (CNBB) y Arzobispo de Belo Horizonte, habla sobre la visita «Ad Limina Apostolorum» de los obispos de la regional con Papa, la cual comenzó el pasado lunes 14.

Gaudium Press – ¿Sobre cuáles temas pastorales y sociales los obispos de la Regional Este 2 vinieron a hablar con el Santo Padre, y en los diversos dicasterios de la Curia Romana?

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Mons. Walmor Oliveira de Azevedo

Mons. Walmor – La visita «Ad Limina» fue para nosotros, verdaderamente, una oportunidad singular de comunión, colegialidad y profundización de temas muy importantes. En cada dicasterio visitado mostramos la realidad de nuestra región episcopal. De forma particular, mostramos aquello que estamos haciendo por la catequesis, la educación católica, la comunicación con los jóvenes, sobre todo los jóvenes que están en situación de riesgo, también con la lectura orante de la Palabra de Dios, colocándola en el centro de la vida.

La realización de la «Ad Limina» fue, también, la oportunidad de un momento de espiritualidad conducido para nosotros por Mons. Bruno Forte. Y también un momento de espiritualidad riquísimo que vivimos en el Pontificio Consejo para la Cultura, cuando allí vimos, durante toda la mañana, la fe, la ciencia, el arte y la cultura. También, tuvimos oportunidad de ir a lugares lindos, como fue la experiencia en Monte Cassino. En una comunidad de la Casa Romana del Clero, los 35 obispos juntos, tuvimos la oportunidad de compartir la vida, la reflexión, la oración, la amistad. Diría que estamos contentísimos.

El corazón de la visita «Ad Limina», sin embargo, es el encuentro con el Papa. En verdad, éste es el momento más importante, que nos hace recordar cuando Pablo vino de Damasco a Jerusalén para ver a Pedro, y allí, con aquel encuentro, le dio fuerza, alegría para la misión. El último momento de la visita, la coronación de toda la «Ad Limina», después de estar con el Papa en una audiencia privada, es el encuentro que hacemos todos para darle al Papa saludos fervorosos, la alegría del encuentro, nuestra adhesión, la seguridad de nuestra fidelidad en este bello camino de la misión de la Iglesia.

GP – Para usted, ¿es la primera visita Ad Limina como presidente de la Regional Este 2 de la CNBB? ¿Cuáles son sus impresiones?

Realicé la «Ad Limina» cuando era Obispo Auxiliar en Salvador. Esta es, por tanto, mi segunda visita «Ad Limina». Puedo decir lo mucho que escuché de los obispos en lo que dice respecto a la alegría, gratitud, aprecio por toda la organización, reconocimiento por todo lo que hicimos y ofrecimos. Estoy contentísimo, y no simplemente porque la organización fue buena, con el trabajo de secretario ejecutivo Mons. Flávio Rodriguez, si no, sobre todo porque nosotros los obispos regresamos a casa en misión, fortificados, con el corazón más abierto y con gran coraje misionero.

GP – Para su Arquidiócesis, la de Belo Horizonte, ¿Cuál mensaje del Papa llevará?

Para mi Arquidiócesis llevaré, como mensaje del Papa, sobre todo su ternura, su capacidad de respeto por todas las personas, un comportamiento bellísimo, su preocupación magisterial, la centralidad de Dios. Esto para mí es un ejemplo único, que llevo para mí y mi Arquidiócesis en la alegría de continuar el camino misionero.

GP – ¿Cómo fue participar también de la celebración de conclusión del Año Sacerdotal, que coincidió con la Ad Limina de la Regional Este 2?

De hecho, fuimos muy afortunados porque la «Ad Limina» ocurrió durante la conclusión del Año Sacerdotal. Estar presente aquí, en este período, significó mucho. En primer lugar, nuestra adhesión al Santo Padre, a su trabajo, a su coraje profético, la sabiduría de sus palabras, el presente del Año Sacerdotal. Significa también nuestra comunión aquí con toda la Iglesia, y, de forma particular, nuestro aprecio, el deseo de calificar siempre más a nuestros sacerdotes. Estamos convencidos que el Año Sacerdotal, en medio de las dificultades vividas, nos dio la apertura a una nueva etapa de formación y calificación para el sacerdocio. El sacerdote es un don para la Iglesia y la sociedad.

Gaudium Press / Anna Artymiak

 

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