San Pedro es un santo ‘reciente’. Nace en 1811 cerca de Grenoble, en Francia.
Redacción (02/08/2024, Gaudium Press) Hoy, entre otros santos, la Iglesia conmemora a San Pedro Julián Eymard, apóstol de la eucaristía.
San Pedro nace más bien recientemente, el 4 de febrero de 1811, cerca a Grenoble en Francia. Su familia eran sus padres y una media hermana. Otros hijos de ese hogar habían fallecido de niños y otro había muerto en los ejércitos napoleónicos.
En la parroquia donde asistía a misa, existía la piadosa costumbre de la bendición con el Santísimo tras la misa, por lo que tuvo ese contacto con Jesús Hostia desde tierna edad.
Un día el niño de cinco años se perdió de la casa. Su hermana, después de haberlo buscado por todo el pueblo, lo encuentra detrás del altar de la Iglesia, con la frente casi pegada al sagrario:
–¿Qué estás haciendo aquí? – preguntó al verlo.
–Ahora –respondió él con claridad–, solo hablo con Jesús.
–Pero, ¿por qué de ese modo tan singular?
–¡Porque así lo escucho mejor!
Hizo la primera comunión a los doce años, y ese mismo día sintió un llamado al sacerdocio. Su padre se opuso.
Siguió el chico colaborando con el papá en un negocio de aceite de nueces, pero se puso a aprender latín en secreto. Cuando tenía 16 años continuó estos estudios sin embargo de forma oficial, primero en La Mure y luego en Grenoble.
Pero en Grenoble supo de la muerte de su madre. Fue entonces a los pies de una imagen de Nuestra Señora y le dijo: “Por favor, a partir de ahora, sed mi única Madre. Pero antes de todo, os pido la gracia de llegar un día a ser sacerdote”. Su amor a la Virgen fue aumentando durante toda su vida.
A los 18 años logra con dificultad convencer al padre de que le permita entrar al noviciado de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada.
Pide no morir para ser sacerdote
Cuando ya creía estar encaminado en la senda de su vocación, una grave enfermedad lo lleva al lecho de enfermo en su casa, y estar a punto de morir. Entre tanto, cuando le es llevado el viático, él le pide al Santísimo Sacramento que le restituya la salud para poder ser sacerdote y celebrar por lo menos una Misa. Se curó, entró al Seminario Mayor de Grenoble y fue ordenado el 20 de julio de 1834.
Su meta ya como sacerdote era la de santificar “sus ovejas”, siguiendo métodos del Santo Cura de Ars del que era muy amigo. Pero él quería no ser sacerdote secular sino religioso. Entonces entró al noviciado de los Padres Maristas, que lo enviaron luego como director espiritual del Colegio Maris de Belley. Ocupó después otros cargos dentro de esa comunidad.
Posteriormente fue enviado a Lyon, donde era director de la Orden Tercera de María.
Pero un día, llevando la custodia con el Santísimo en una procesión en 1845, sintió una gracia especial. Y luego, en 1851, rezando ante imagen de la Virgen escuchó con claridad la voz de Ella en el fondo del alma que le decía la necesidad de que hubiese una congregación religiosa destinada a honrar especialmente la Sagrada Eucaristía. Nacía así la congregación de los Sacramentinos.
“Es preciso ponerse inmediatamente a la obra, salvar las almas con la Eucaristía, despertar a Francia y Europa, sumergidas en el sueño de la indiferencia, porque no conocen el don de Dios, Jesús, el Emmanuel de la Eucaristía. Es preciso esparcir esta centella del amor en las almas tibias que se juzgan piadosas y no lo son, porque no fijaron el centro de sus vidas en Jesús en el tabernáculo”, decía.
El superior de los maristas lo dispensó de sus votos religiosos, pero luego sometió el asunto al Arzobispo de París que terminó entusiasmándose con la idea de la fundación.
En 1863 Pío IX le enviaba un breve aprobando el nuevo instituto.
El desarrollo de la obra vio dificultades de todo orden: enfermedades, calumnias, incomprensiones, uno de sus primeros discípulos pidió dispensa de los votos para fundar otra comunidad. Pero poco a poco las casas de esta congregación se fueron sucediendo, con la característica propia de la exposición del Santísimo Sacramento, perpetua.
San Pedro Julián Eymard es el inspirador de los congresos eucarísticos.
Los Congresos Eucarísticos fueron ellos una iniciativa pionera de la Srta. Emilia Tamisier, una joven que ingresara a la Congregación de las Siervas del Santísimo Sacramento y allá permaneciera cuatro años, con el nombre de Hermana Emiliana. Después, con la bendición del santo fundador, salió del convento para ser en el mundo una misionera itinerante de la Eucaristía.
Así, en 1881, inspirada por su maestro y venciendo numerosos obstáculos, organizaba ella el primer Congreso Eucarístico de la Historia, que se realizó en Lille, con el tema La Eucaristía salva al mundo y contó con especial bendición del León XIII. Para su realización, recibió ayuda de los Padres Sacramentinos, de diversos Obispos y numerosas personalidades laicas. A partir de ahí, se multiplicaron congresos semejantes, no solo regionales, sino también nacionales e internacionales. Una institución que tomó forma y perdura hasta nuestros días.
San Pedro Julián Eymard fue canonizado por Juan XXIII en 1962.
Con información de Arautos.org
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