Buenos Aires (Martes, 13-06-2010, Gaudium Press) En el día de ayer, la Estación Constitución de la capital federal argentina, una de las mayores del mundo, vio interrumpido su normal trasegar con un importante acto religioso oficiado por el Primado del país. En efecto, el Cardenal Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires, ofició allí la ‘Misa por las víctimas de Trata de Personas’, a las 16 horas locales.
La Misa fue promovida de forma particular por las Parroquias del Decanato Boca, Barracas, Constitución, las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor y el Departamento Arquidiocesano de Migraciones del Arzobispado de Buenos Aires.
Para la ocasión y durante la homilía, el purpurado argentino se sirvió de la parábola del Buen Samaritano, para ejemplificar la verdadera actitud cristiana en un contexto actual y local.
Cardenal Bergoglio durante la homilía Foto: Canal 21 |
«Cuando Jesús quiere explicar cuál es el Mandamiento más grande, nos dice: ‘Amar a Dios sobre todas las cosas, con toda tu vida, todo tu corazón, toda tu existencia y al prójimo como a vos mismo’. Van juntos, van muy juntos. Entonces, uno de los que lo escuchaba y que era el que le había preguntado le dice: ‘¿Y quién es mi prójimo?’ Y Jesús cuenta ésta parábola: este hombre que en el camino lo asaltan, lo apalean, ‘lo dejan medio muerto’ dice el Evangelio, y tirado al borde del camino… Y después esa historia tan lamentable al principio y tan feliz al final: pasa un sacerdote y no le da bolilla; pasa un abogado que parece que era porteño porque se dijo «no te metás» y siguió de largo; y finalmente pasa un hombre considerado muy pecador que se para, lo cura y lo atiende. Muchas veces yo les dije que en esta Ciudad pasan cosas muy raras. Hay gente a la que se la saca, se la descarta pero no sólo por qué no se le da cabida sino porque se la explota de tal manera que se le quita la libertad: son esclavos», expresó el Cardenal.
En esa nueva forma de trabajo esclavo, el purpurado porteño incluye a personas que trabajan en condiciones infrahumanas en talleres clandestinos, mujeres en situación de prostitución, ‘cartoneros’, menores y otros explotados por «verdaderas mafias»: «Y cuando leemos las historias de civilizaciones antiguas que en cultos paganos se hacían sacrificios humanos, se mataba a la gente y a los chicos, nos horrorizamos…. En esta Ciudad se hacen sacrificios humanos, se mata la dignidad de estos hombres y mujeres, de estos chicos y chicas sometidos a la trata, a la esclavitud. No podemos quedarnos tranquilos. Esta Ciudad está llena de hombres y mujeres, de chicos y chicas apaleados al borde del camino, apaleados por esta organización u organizaciones que los van corrompiendo, quitando la voluntad, destrozando incluso con la droga., y después los dejan tirados al borde del camino.»
Basado en el Evangelio, el Cardenal Bergoglio invitó a los presentes a asumir la actitud del verdadero prójimo: «¡Hoy vinimos acá a pedir a Dios compasión de sus hijos y a pedir por nosotros para que no nos hagamos los distraídos! ¡Somos campeones en mirar para otro lado y dar un rodeo cuando no nos conviene! ¡No te metás! No nos hagamos los distraídos y señalemos donde están los focos de sometimiento, de esclavitud, de corrupción, donde están las picadoras de carne, los altares donde se ofrecen esos sacrificios humanos y se les quiebra la voluntad a las personas.»
«No demos rodeos como dice el Evangelio que dieron el abogado y el sacerdote- concluyó el Cardenal. ¡No! Somos pecadores: ¡yo el primero! Acerquémonos a tanto dolor y cada uno de nosotros haga lo que pueda pero por favor no nos lavemos las manos porque si no somos cómplices de esta esclavitud.»
Con información de la Oficina de Prensa del Arzobispado de Buenos Aires
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