Iquique (Miércoles, 14-07-2010, Gaudium Press) El pasado fin de semana los pueblos andinos de la Región de Tarapacá, norte de Chile, peregrinaron hasta el Santuario de Nuestra Señora del Carmen de la Tirana para celebrar a la Santísima Virgen. Portando la cruz floreada y llevando consigo los frutos de los valles interiores, los fieles agradecieron a Dios los dones recibidos y solicitaron su protección para cada uno de los pueblos en este año del Bicentenario.
La peregrinación congregó a fieles de distintos poblados: Chiapa, Illalla, Usmagama, Huaviña, Parca y Camiña, entre otros; quienes festejaron a su Carmelita por medio de bailes, oraciones y hermosas tradiciones representativas de una intensa piedad popular. En la explanada del Templo, los peregrinos fueron recibidos por el Obispo de Iquique, monseñor Marco Antonio Órdenes, quien presidió la celebración eucarística.
«Al celebrar esta eucaristía con la belleza de nuestras costumbres, con nuestro canto y con nuestra participación, así humilde y sencilla, pero profundamente creyente como un pueblo que tiene virtudes y defectos, pero que busca a Dios, nos volvemos a fortalecer en la identidad de lo que somos y creemos. Por eso, hermanas y hermanos, que sus costumbres se mantengan fieles para que no sean solamente ritos, sino que sean siempre actos de fe», dijo el Pastor al iniciar la misa.
El amor de Dios presente en la Cruz
En su homilía, monseñor Órdenes reflexionó en torno al signo de la cruz. «¿Porqué amamos tanto la Cruz? (…) Porque sabemos que allí está crucificado y vivo el que nos ha devuelto la esperanza, el que conocimos y el que amamos con el alma, el que conoce nuestra enfermedad, dolores y preocupaciones. Ese es el que aquí nos convoca y la Madre nos trae desde las quebradas con sus distintos hábitos, y los santos vienen también a esta celebración porque cuando nos reunimos en torno a Jesucristo, ocurre la mejor hora. Esta es la Buena Hora de Dios; la hora de la confianza, de la fe», señaló.
Y agregó: «Moisés le dijo a Dios `este es tu pueblo´ y nosotros le decimos hoy día: Señor, nosotros somos tu pueblo y sabemos que tú nos amas; lo sabemos cuando vemos caer la cristalina agua para tener vida en la quebrada, sabemos que nos amas. Cuando vemos los frutos que florecen y cuando tenemos que trabajar juntos, sabemos que nos amas, y cuando bailamos juntos un trote o un cachimbo o cuando nos sentamos a la mesa, ahí en ese instante sabemos que nos amas».
«Queridas hermanas y hermanos andinos, no están solos, la Iglesia esta con ustedes. Ustedes son la Iglesia y sabemos que Dios los ama. Que esta celebración sea la mejor hora, ¡¡¡Jallalla!!!», finalizó el prelado.
Gaudium Press / Igor Roco
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