Bogotá (Miércoles, 21-07-2010, Gaudium Press) Con el interés de conocer la realidad de la población itinerante en los países latinoamericanos -como son los recicladores, trabajadores de los circos, ambulantes de terminales aéreas y de transporte terrestre, entre otros-, concluyó el Seminario sobre Pastoral de Itinerantes «Con los itinerantes la Iglesia se hace itinerante». El encuentro académico -que tuvo lugar en las instalaciones de la Conferencia Episcopal colombiana (CEC) en Bogotá del 16 al 18 de julio- fue organizado por la sección de Movilidad Humana del Departamento de Justicia y Solidaridad del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM).
El seminario, en el que participaron representantes de países como Brasil, Chile, Bolivia, Argentina, Perú, Colombia y México, contó con la participación de Mons. Jorge Eduardo Lozano, Obispo responsable de la sección de Pastoral Social, también del Departamento de Justicia y Solidaridad del CELAM, quien hizo referencia sobre el significado de la itinerancia y el lugar que ocupa la Iglesia con la población que va de un lugar a otro y no tiene un asiento fijo. El Departamento de Comunicación Social del CELAM, en un comunicado publicado en su site, dio a conocer parte del documento que el prelado compartió durante el encuentro académico
Itinerancia con horizonte versus itinerancia sin horizonte
En dicho documento, Mons. Lozano hizo énfasis en la palabra itinerancia entendiéndola desde dos sentidos diferentes: «La itinerancia con horizonte» -como el hombre que peregrina -, y «la itinerancia sin horizonte» -como el hombre errante, sin rumbo, sin proyecto-. Al respecto dice que es importante comprender lo que hace el sentido, «ya que vivimos una situación social y cultural de crisis de sentido».
Tomando como punto de análisis el documento conclusivo de Aparecida, el prelado, recordó que entre esa crisis de sentido, en las grandes urbes están precisamente las personas que viven en las calles, quienes «requieren especial cuidado, atención y trabajo promocional por parte de la Iglesia, de modo tal que, mientras se les proporciona ayuda en lo necesario para la vida, se les incluya en proyectos de participación y promoción en los que ellos mismos sean sujetos de su reinserción social».
Más adelante, también -tomando como base el texto de Aparecida-, animó al acompañamiento pastoral de los migrantes como una expresión de caridad de la Iglesia: «Hay millones de personas concretas que, por distintos motivos, están en constante movilidad. En América Latina y El Caribe constituyen un hecho nuevo y dramático los emigrantes, desplazados y refugiados sobre todo por causas económicas, políticas y de violencia».
Concluyendo el documento, y como cita el CELAM, Mons. Lozano de nuevo toma parte del texto de Aparecida para resaltar el papel de la Iglesia como Madre que acoge: «La Iglesia, como madre, debe sentirse a sí misma como Iglesia sin fronteras, Iglesia familiar, atenta al fenómeno creciente de la movilidad humana en sus diversos sectores», para lo que es necesario «reforzar el diálogo y la cooperación entre las Iglesias de salida y de acogida» añadió el prelado.
Gaudium Press / Sonia Trujillo
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