A lo largo de sus veinte siglos de existencia ha sido perseguida pero no derrotada, por la promesa de N. S. Jesucristo: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará”.
Redacción (09/02/2025, Gaudium Press) En una fría madrugada del 17 de enero del año 1918, en la ciudad de Moscú, un pelotón de fusilamiento, con armas largas en mano, dispararon cinco ráfagas contra el cielo. Estaban cumpliendo una sentencia de muerte intentando fusilar…al propio Dios.
El Dios, Soberano y Todopoderoso, había sufrido un prolongado proceso con tan especial veredicto. El tristemente famoso Comisario Popular para la Instrucción Pública, Anatoli Lunacharski, había impulsado este célebre juicio contra Dios por sus crímenes contra la humanidad. Durante las cinco horas de acusaciones fue colocada la Sagrada Biblia en el banquillo de los acusados. Fiscales presentaron pruebas para su condenación basadas en hechos históricos. Hubo hasta “defensores”, designados por el Estado soviético que aportaban argumentos a favor de la inocencia de Dios, pero claro, tenía detrás la maldad de proponer la absolución por “grave demencia y desarreglos psíquicos”. Una verdadera pantomima.
Todo acabó cuando el singular tribunal dejó claro que no aceptaba peticiones de absolución por la extrema gravedad de los pecados que estaban siendo juzgados, y Dios…fue declarado culpable, y a ser “muerto” por un pelotón fusilamiento, disparando descargas de fusiles al cielo con la intención de ejecutarlo… Tiros al aire, ¡qué contradicción!, juzgar, condenar y querer matar a alguien que consideraban que no existe.
Lunacharski declaraba años después, en su pensamiento comunista: “Odiamos a la Cristiandad porque predica el amor al prójimo y la misericordia, cosa contraria a nuestros principios. ¡Abajo el amor al prójimo! Lo que nos hace falta es odio. Debemos odiar: solo así, conquistaremos el Universo”.
Con esta chocante afirmación, se comprende mejor la estimación de más de cien millones de víctimas motivados por esta diabólica ideología. Solo en Ucrania, entre 1932 y 1933, en el llamado “holocausto ucraniano” u “holodomor” (matar de hambre) varios millones de personas, sin distinción de raza, sexo o religión, murieron en la gran hambruna provocada por el régimen soviético de Stalin. De 1946 hasta 1956, religiosos y laicos fueron forzados a abjurar de su fe. Los templos se cerraron y con ellos, escuelas y demás instituciones. Los religiosos fueron a prisión o enviados a campos de concentración en Siberia u otros lugares. Entre ellos estuvo el cardenal Josyf Slipyi, quien pasó 18 años en un campo de concentración de Siberia, donde sufrió todo tipo de torturas. Al fallecer, en 1984, el pueblo ucraniano lo reconoció como su gran héroe nacional.
Vemos claramente el refinado odio a Dios, expresado por Marx en 1844 al considerar la religión como “el opio del pueblo”, y que el amor, nacido de la fe cristiana, era una actitud de fanáticos supersticiosos, engañados por un Dios milagroso para superar las dificultades de la vida. De ahí nace la necesidad de la abolición de la religión, entendida como felicidad ilusoria del pueblo para que pueda darse su felicidad real.
Sorprende que no dejan de aparecer secuaces contemporáneos que muestren este odio, no solo a edificios o imágenes que representen la religiosidad, sino, y tristemente, a hombres y mujeres de fe cristiana en el mundo de hoy.
Actos de vandalismo en los Estados Unidos – según CatholicVote.org – desde 2020 han sufrido más de 400 iglesias. Dentro de estos, una antigua imagen de jardín del Niño Jesús, en la iglesia de la Sagrada Familia en Flushing Queens (Nueva York), fue decapitada a mediados del 2024.
En México la violencia contra templos ha sido recurrente, en el último decenio hubo 26 incidentes documentados dirigidos a edificios religiosos. Más grave aún, el ejercicio de la fe cristiana se ha convertido en una situación de alto riesgo. El Centro Católico Multimedia informa sobre los crecientes peligros que enfrenta el clero católico. En los últimos seis años diez sacerdotes y un seminarista fueron brutalmente asesinados. Además, siete obispos y siete sacerdotes sobrevivieron por poco a ataques violentos.
La ONG cristiana, Puertas Abiertas, ha publicado el mapa de la persecución religiosa, cifras que alarman, pero que no suelen merecer la atención de los principales medios de comunicación: “en 2024, 4.476 cristianos fueron asesinados por su fe, 4.744 fueron encarcelados por motivos religiosos y 7.679 iglesias y propiedades cristianas fueron atacadas”. Corea del Norte -informa- vuelve a ser el país que encabeza la lista en la cristianofobia. Sobre esa brutal y paranoica persecución señala: “Si se descubre que eres cristiano, te pueden matar en el acto. Si no te matan, te deportarán a un campo de trabajo y te tratarán como a un criminal político. Te castigarán con años de trabajos forzados, a lo que muy pocos sobreviven. No hay vida religiosa. Es imposible reunirse para el culto o la oración, e incluso el culto y la oración en secreto corren un gran riesgo”.
Por su parte, la Comisión de Libertad Religiosa Internacional de Estados Unidos, publicó una reseña de los países con las peores persecuciones religiosas en el mundo. Entre ellos mostrando cómo la libertad religiosa y de expresión han seguido deteriorándose en Afganistán bajo el régimen talibán, aplicando violentamente una ley de apostasía que prohíbe las conversiones del islam.
El Observatorio sobre la intolerancia y la discriminación contra los cristianos en Europa, con sede en Viena, publicó su informe más reciente, revelando 2.444 delitos de odio anticristianos en Europa durante 2023. Entre los países con mayor incidencia destacan: Francia con 1.000 casos documentados y Reino Unido más de 700 incidentes.
Ante tan triste panorama, surgió una iniciativa internacional – promovida por la Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada en noviembre pasado -, de concienciación, información y oración por los cristianos perseguidos en el mundo, iluminando en rojo monumentos simbólicos en distintas partes de España como la Sagrada Familia, Santa María la Real de la Almudena, el Sagrado Corazón de Jesús del Cerro de los Ángeles y otras muchas iglesias, para llamar la atención sobre la realidad de la persecución a los cristianos en pleno siglo XXI.
En el momento de la Presentación del Señor en el templo, Simeón tomó al Niño en sus brazos y bendijo a Dios diciendo: “será como un signo de contradicción, para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones” (Lc 2, 34-36). Por eso la Iglesia ha sido objeto de hostilidad, Jesús mismo lo había previsto: “Todos te odiarán a causa de mi nombre” (Lc 21, 17). A lo largo de sus veinte siglos de existencia ha sido perseguida pero no derrotada, por la promesa de Nuestro Señor Jesucristo: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará” (Mt 16, 18).
(Publicada originalmente en La Prensa Gráfica, 9 de febrero de 2025.)
Por el P. Fernando Gioia, EP
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