Ponta Grossa (Viernes, 13-08-2010, Gaudium Press) En el marco de la Semana Nacional de la Familia, que se está llevando a cabo en Brasil, el padre Ademir da Guia Santos, asesor de comunicaciones de la Diócesis de Ponta Grossa, en el estado de Paraná, presentó un interesante artículo titulado «¿La familia tiene salvación?». En él, afirma que hoy la familia encuentra innumerables dificultades, pero que, a partir de la fe y el amor, intenta no perder el rumbo, su vocación, misión e identidad.
Según el sacerdote, aunque todos, de una manera o de otra, procedamos de una familia, porque «es nuestra raíz», «¿será que la familia está siendo valorizada y tratada con el debido respeto y consideración?», cuestiona el prelado. De acuerdo con su artículo, él cree que en virtud del modismo, el subjetivismo y los deseos personales de felicidad, la visión de familia presenta, actualmente, otros modelos e identidades.
«Muchos hogares se encuentran destruidos, intentando resucitar el amor, el perdón y la convivencia familiar. Otros se encuentran enfermos, en función de la violencia familiar, las drogas, el alcohol, las penas, frialdades, indiferencias, traiciones, infidelidades y tantos otros males. Y todo esto es fruto de la falta de Dios y de oración, pues es Él quien enseña a amar, y sin el amor no somos capaces de convivir en paz y armonía. La familia muere cuando el amor muere dentro de nosotros. Morimos juntos cuando matamos la familia en el desamor», dice.
Motivos de crisis en las familias
El Padre Ademir, también, enumera una serie de motivos que llevan a las familias a pasar por constantes crisis: jóvenes que se arriesgan en aventuras amorosas y no quieren construir una familia juntos, por el miedo de la responsabilidad y el amor de compromiso; visión de amor reducida al sexo y la pasión, con gestaciones que no son planeadas y con todas las implicaciones posibles, hasta en detrimento de la vida humana, descartada muchas veces; hijos sin educación para una sexualidad sana, sin educación para la ciudadanía y para los valores humanos, religiosos y sociales; hogares que sirven solamente como vivienda, pero donde falta alma, amor y convivencia; entre otros factores.
El sacerdote invita a todos los lectores para que, a partir de esta breve reflexión, puedan evaluar y analizar algunas cuestiones fundamentales relacionadas al tema. ¿Cuánto tiempo y qué valores estamos dando a nuestras familias?, ¿Cuál es nuestro concepto de familia?, ¿La familia es importante para nosotros, o de hecho es algo pasado con destino final?
«Que podamos cada día amar, valorar y respetar más a nuestra familia, pues es nuestro origen por voluntad del Dios de la Vida. Hacemos parte de este bellísimo camino de amor, fe, perdón y vida, alrededor de nuestros padres y hermanos. Puede ser llena de debilidades y límites, pero con deseo de ser familia en el amor de Dios», concluye.
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