Bogotá (Martes, 17-08-2010, Gaudium Press) «‘Aquí estoy yo, envíame’ con la conciencia clara de que es sólo para ‘hacer su voluntad'»; con estas palabras, y en una emotiva celebración, Mons. Rubén Salazar Gómez -Presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC)-, tomó posesión como nuevo Arzobispo de Bogotá el pasado 13 de agosto en una solemne eucaristía, que tuvo lugar en la Catedral Primada de Colombia.
Mons. Rubén Salazar Foto: Conferencia Episcopal Colombiana |
En la homilía de la ceremonia, presidida por Mons. Salazar ante la presencia de una Catedral llena de fieles, el nuevo Arzobispo de la capital colombiana, haciendo referencia a la labor del Pastor de «apacentar al pueblo, al rebaño», dijo que al asumir el pastoreo de «esta porción del pueblo de Dios que peregrina en Bogotá», es plenamente consciente de lo que esa realidad de Pastor implica para él: «Tengo claro que el Señor me ha configurado con su Hijo Sacerdote en el sacramento del orden y me invita a traducir esa configuración sacramental en una configuración existencial que abarque todo mi ser, de tal manera que sea una configuración con Cristo de mi existencia».
Continuando con su sermón, dijo que esa configuración sacramental debe traducirse, sobre todo, «en una configuración en el amor», para así, «por la acción del Espíritu eterno, pueda ofrecerme cada día en oblación total para (…) conducir por ‘senderos de justicia’ a esta porción de la Iglesia que el Señor hoy encomienda a mis cuidados».
Viene «a recoger una cosecha riquísima y a continuar sembrando con ahínco»
Sobre la labor que desempeñó por más de 15 años el Cardenal Pedro Rubiano Sáenz, Arzobispo saliente, dijo que ella fue sumamente fecunda: «Es una Iglesia viva en la que los ministros ordenados se caracterizan por su generosidad y entrega a la proclamación del Evangelio con gran capacidad y riqueza de carismas. La vida consagrada florece con belleza especial. Los laicos están fuertemente unidos a sus pastores para producir frutos ubérrimos de vida cristiana para la transformación de la sociedad».
Señaló también que viene «a recoger una cosecha riquísima y a continuar sembrando con ahínco», y que acompañará a todos con «cariño de padre, de hermano, de amigo, porque tenemos una ardua tarea común».
En la homilía, Mons. Salazar, dijo, además, que conoce plenamente sus limitaciones y su «condición de pecador», y que sabe que todos los miembros de la Arquidiócesis de Bogotá lo reciben «con ojos iluminados por la fe», y que están dispuestos a aceptarlo como pastor, «como expresión concreta del amor de Cristo».
«Nuestra contribución a la paz es la evangelización»
De otra parte, el nuevo Arzobispo de Bogotá, en diálogo con los medios de comunicación -que tuvo lugar en una rueda de prensa que se realizó en la Iglesia del Sagrario, luego de su posesión- señaló que la contribución de la Iglesia a la paz es la evangelización: «Yo pienso que el objetivo es llevar el Evangelio, por que donde se lleve el Evangelio, donde el Evangelio es aceptado, donde el Evangelio es vivido, se crea la fraternidad, la solidaridad y, por lo tanto, se crea la paz (…) Cristo nuestro Señor es el príncipe de la paz y, por lo tanto, en Él nosotros encontramos los caminos verdaderos de paz».
Mons. Rubén Salazar, cuyo nombramiento como cabeza de la Iglesia bogotana se hizo público el pasado 8 de julio, se convierte en el Arzobispo número 40 de la Arquidiócesis de Bogotá.
Con Información de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC)
Gaudium Press / Sonia Trujillo
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