Ciudad de México (Miércoles, 18-08-2010, Gaudium Press) La Suprema Corte de Justicia de México aprobó ayer una ley que permite a parejas homosexuales adoptar niños. La ley es válida solamente en el Distrito Federal -Ciudad de México-, donde desde el 2009 el «matrimonio» entre personas del mismo sexo es reconocido, ya que para poder adoptar las parejas necesitan estar unidas en «matrimonio regular».
El pasado 5 de agosto, en respuesta a un recurso presentado por la Oficina del gobernador, La Suprema Corte había manifestado la constitucionalidad de la ley. Ante de la aprobación, el Arzobispo de Guadalajara, el Cardenal Juan Sandoval Íñiguez, en un extenso documento publicado en el site del Episcopado mexicano, y reforzando las palabras de otros prelados, declaró, además de sentir «tristeza y desilusión» por una decisión tan grave, que los jueces fueron «negligentes con el bien común, la lógica del censo común, y manifestaron desprecio por la ley natural».
Para el Arzobispo, el otorgamiento de los mismos derechos de una pareja heterosexual a una pareja homosexual «es una aberración que se une a otras acumuladas recientemente», y «perjudica profundamente el matrimonio, formado por un hombre y una mujer, y la familia, prole de una unión entre personas de sexo diferente».
Aún en su declaración, el Cardenal, refiriéndose específicamente a los niños que podrían ser adoptados por parejas homosexuales, cita diversos estudios sobre el caso que demuestran los riesgos a los que están sometidos estos hijos. El religioso afirma que «no deben ser llevados en consideración solamente los derechos de las personas del mismo sexo que quieren adoptar niños, sino también los derechos fundamentales de los niños, en particular de quien puede ser dado en adopción».
Según el purpurado, si un niño necesita ser adoptado, «el Estado debe vigilar para que este derecho suyo sea una oportunidad para injerirse en la sociedad de la mejor forma posible» y, para eso, «tener una madre y un padre es el ambiente más adecuado».
«No se tratan de argumentos religiosos ni de un simple factor moral en el orden civil, tampoco injerencia en la laicidad del Estado, sino de pruebas científicas que conocemos así como consecuencias de la ley natural», continúa el purpurado en su mensaje. Todos son «elementos determinantes para afirmar que el ambiente propicio para el desarrollo de estos niños es la pareja heterosexual».
Retomando argumentos que ya había presentado en los últimos días, el Cardenal Íñiguez concluyó: «Los niños nacen de la unión entre un hombre y una mujer. Nunca un niño nace de la unión entre personas del mismo sexo; por tanto, su desarrollo debe estar estrictamente ligado a su origen, y éste es un derecho que hoy fue violado por la Suprema Corte de Justicia».
Con información de la Radio Vaticana.
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