Bogotá (Viernes, 20-08-2010, Gaudium Press) Los catequistas son indiscutiblemente servidores y misioneros en la evangelización del pueblo de Dios. Su compromiso de formación les permite guiar a cientos de fieles (niños, jóvenes y adultos) que se acercan no sólo a recibir los Santos Sacramentos, sino a fortalecer su relación intima de fe con Dios.
Es por esto que el catequista debe caracterizarse por poseer cualidades como la paciencia, la escucha, la capacidad de aconsejar, de acompañar y sobre todo un fácil ejercicio de la caridad. Un amor que manifieste su amor a Dios, su compromiso con la Iglesia, pero sobre todo su compromiso social de evangelización.
Por esto, y con el propósito de reconocer la importante y esencial labor de los catequistas en el país, se celebrará mañana en todas las jurisdicciones eclesiales el «Día del Catequista», fecha en que la Iglesia recuerda también a San Pio X.
Este santo, patrono de los catequistas, es recordado por «su gran caridad para con los necesitados, por sus ardorosas prédicas que atraían hasta los más alejados del mensaje del Evangelio. Puso mucho énfasis en educación de la fe. En este mismo sentido le dio gran impulso a la actividad catequística, renovando sus métodos y abriendo escuelas para formación de catequistas. Impulsó la enseñanza del Catecismo porque sabía que apartar de la ignorancia religiosa era el inicio del camino para recuperar la fe que en muchos se iba debilitando y perdiendo», manifiesta el subsidio publicado por la Conferencia Episcopal Colombiana, elaborado de manera especial para esta celebración.
Catequistas formadores y misioneros
En Colombia existe una un gran número de catequistas, quienes trabajan codo a codo con sacerdotes, religiosos, religiosas, y seminaristas no solo en zonas urbanas del país, sino en regiones en donde la pobreza y la violencia hacen difícil la vida. Es así, como este grupo de misioneros y catequistas llevan la palabra de Dios a diversos grupos poblacionales, quienes encuentran en el Creador su mayor fortaleza.
«Para el caso de la Iglesia que peregrina en Colombia, la formación sigue siendo uno de sus mayores desafíos. Lo recuerda los documentos de participación y de diálogo elaborados como insumos para la realización de la Misión Continental y de la consecuente conversión pastoral. Se espera que de su reflexión la Iglesia se involucre toda en un proceso de renovación y de revisión de la formación que se ofrece en su seno. Es el mejor signo de una Iglesia que al estilo del Buen Samaritano sirve a la persona y a la sociedad, formando discípulos de Jesucristo».
«La formación de misioneros, desde esta perspectiva, trasciende y va más allá de la realización de unos talleres de capacitación para el desarrollo de ciertas estrategias, por más importantes y necesarias que estás sean. Su fin es la de convertir a todo bautizado en un discípulo-misionero de Jesucristo. Lo cual pide superar maneras de formar que no hacen sino reproducir el problema de bautizados sociológicos, característica mayor de nuestra Iglesia. Y ello pide de una verdadera conversión pastoral. De un análisis de nuestra situación, del modo como decimos formar. Y a partir de allí la puesta en marcha de nuevos modos de formar. Novedad que va a pedir la renovación de la formación de los formadores de formadores: ministros ordenados y agentes de pastoral», expresó la CEC
De este modo esta significativa reflexión sirve como escenario para la reflexión de las realidades del catequista hoy, sus retos y perspectivas, así como futuros escenarios de acción.
Gaudium Press / Nathali J. Rátiva M.
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