Santiago (Viernes, 20-08-2010, Gaudium Press) Cientos de fieles repletaron la explanada del Santuario de San Alberto Hurtado, la tarde del 18 de agosto, para participar de la celebración eucarística con que la Iglesia de Santiago conmemoró los 58 años de fallecimiento del sacerdote jesuita.
La Santa Misa fue encabezada por el Arzobispo de Santiago, Cardenal Francisco Javier Errázuriz, y concelebrada por el Provincial de los Jesuitas, padre Eugenio Valenzuela; el Rector del Santuario y Secretario Ejecutivo de la Fundación Padre Hurtado, padre Paul Mackenzie; el Capellán del Hogar de Cristo, padre Agustín Moreira; entre otros sacerdotes.
Cardenal Errázuriz presidió la Eucaristía |
Al iniciar la celebración el Pastor arquidiocesano invitó a los presentes a recordar la pregunta característica de San Alberto Hurtado, «¿qué haría Cristo en mi lugar?», y a preocuparse por tantos compatriotas que «necesitan un hogar, porque Cristo está sin hogar entre nosotros».
Antes de la bendición final, el purpurado pidió a Dios una bendición especial para «todos los miembros de la Compañía de Jesús, para todos los pobres que llegan a este lugar y para quines vienen con espíritu solidario como voluntarios para hacerles cercanos tanto el amor de Cristo como la acogida que les quiere brindar en su hogar». Asimismo oró por los mineros atrapados en la mina San José, en el norte de Chile, por sus familiares y por todos los que sufren por diversas razones en el país.
Testimonio del verdadero rostro de Cristo
La homilía fue realizada por el padre Eugenio Valenzuela, quien manifestó que el Padre Hurtado fue «un hombre que con su vida y testimonio nos mostró el verdadero rostro de Dios, al mismo tiempo que nos enseñó a descubrir a Cristo en nuestros hermanos. Con alegría, lo reconocemos como una visita de Dios entre nosotros, un Padre de la Patria que, junto a otros hombres y mujeres a lo largo de nuestra historia, ha contribuido a construir el alma de Chile».
Continuando agregó que «el Padre Hurtado es uno de aquellos que a lo largo de nuestra historia se han preocupado de que cada hombre y mujer de esta tierra sea tratado con la dignidad que se merece. Hombres y mujeres que han luchado para que en esta mesa haya lugar para todos, tanto para aquellos que estaban sentados a la mesa mucho antes de la declaración de la independencia de nuestro país, como para quienes llegamos mucho después buscando un lugar en esa mesa».
La exclusión y la desigualdad persisten en nuestro país
Luego, el sacerdote jesuita recordó que el terremoto y maremoto que afectó al país a comienzos de este año han hecho patente la vulnerabilidad y desigualdad del desarrollo económico-social alcanzado. «Lo que hemos vivido a lo largo de estos meses ha estado marcado por situaciones que no siempre queremos mirar. El terremoto y maremoto nos ha mostrado los desiguales estándares con que habíamos construido, la vulnerabilidad y pobreza de tantos. La exclusión y la desigualdad persisten en nuestro país», señaló.
Asimismo expresó su preocupación por la situación de los familiares de los mineros atrapados, como también por el estado de salud «de los 34 hermanos mapuches en huelga de hambre hace más de un mes, casi totalmente ausentes de los noticieros y diarios, nos invita a revisar el trato que les damos o las leyes que aplicamos».
Al finalizar recordó que «también nuestra Iglesia pasa por momentos difíciles, duros, para muchos, de crisis. Ya sea una crisis o un golpe duro, para la mayoría supone un duelo que quisiéramos ver como una oportunidad. En tiempos como los actuales, lo que el país necesita de nosotros es que al igual que el Padre Hurtado seamos hombres y mujeres capaces de mirar lo que está sucediendo con los ojos de Dios».
Gaudium Press / Igor Roco
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