Berlín ( Lunes, 06-09-2010, Gaudium Press) Europa entera habla hoy del ‘invierno demográfico’. Mucho se ha cambiado desde los días en que controlar la natalidad de la población era un dogma incuestionable. La propia realidad contundió la creencia. De las 10 naciones con tasas de natalidad más bajas, 9 son europeas, peligrando en ellas su estabilidad financiera y social en pocos años, afectando particularmente a los ancianos, como muchos analistas advierten.
Entretanto, con esperanza en este contexto se ve la situación actual de Alemania, de acuerdo a una noticia difundida ayer por el servicio de información al extranjero de la Deutsche Welle.
Foto: Victor Toniolo |
En lo corrido de un año aumentó de forma altamente significativa el número de alemanes sin hijos que desearía tenerlo: «Una investigación conducida en Alemania por el Ministerio de Familia registra que, en el año de 2009, 52% de los alemanes sin hijos, debajo de 50 años, gustarían de tenerlos. Este índice representa un salto dramático con relación al 2008, cuando apenas 43% del mismo grupo deseaba tener prole. Según Steffen de Sombre, uno de los responsables de la investigación, este fue el mayor aumento con relación al asunto registrado en los últimos años», reporta la Deutsche Welle. Una noticia altamente esperanzadora para un país con la bajísima tasa de natalidad de 7.9 nacimientos por cada 1.000 habitantes, muy por debajo de la tasa de mortalidad de la Unión Europea, que se encuentra por 9.7 fallecimientos por cada mil habitantes, según estadísticas de Eurostat.
La investigación sobre intención tiene una muestra pequeña, 1.814 personas. Entretanto, «es una señal positiva», según observó Michaela Kreyenfeld, directora del Laboratorio de Economía e Demografía Social del Instituto Max Planck de Investigación Demográfica. Se espera que esa tendencia sea confirmada por estudios más amplios.
¿Las razones de este cambio de actitud con relación al número de hijos? Parece que son profundas, culturales, y que van más allá de las políticas públicas a favor del aumento de la natalidad en una envejeciente Alemania, las cuáles, evidentemente, también han tenido su papel. Y es que es la propia sociedad teutona la que exige que el Estado apoye crecientemente la vida familiar: 78% de las madres y padres preguntados en la investigación referida creen que facilitar la concomitancia entre vida familiar y trabajo debería ser prioritario en una reforma de la política familiar en el país.
Afirma De Sombre que las alemanas cada vez se muestran menos tendientes a renunciar a los hijos en pro de su carrera profesional: «Cada vez es más común que las mujeres digan que quieren las dos cosas», dice.
En ese cambio de actitud ciertamente juegan un papel relevante los modelos sociales que prestigien la maternidad. Según Kreyenfeld, la hoy Ministra de trabajo y Asuntos Sociales y quien «sonó» para presidente de Alemania en junio pasado, Ursula Van der Leyen, «con su personalidad, sus siete hijos y su carrera exitosa» ha sido decisiva en la reelaboración de la mentalidad nacional con relación a la familia y al papel de la mujer en la sociedad. Van der Leyen, muy popular entre los alemanes, ya había ocupado la cartera de Familia.
Gaudium Press / S. C.
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