Durango (Martes, 07- 09- 2010, Gaudium Press) El Obispo Auxiliar de Durango -México, monseñor Enrique Sánchez Martínez, compartió con todos los fieles católicos del país una importante reflexión frente al tema de la violencia. Problema social que azota a muchos estados mexicanos y frente al cual los medios de comunicación tienen una gran incidencia.
Mons. Enríque Sánchez Martínez |
Actualmente, en medio de la celebración del Bicentenario de independencia del país azteca, sus ciudadanos reviven con alegría doscientos años de historia y cultura, pero en contraste enfrentan también una gran ola de violencia que irrumpe la tranquilidad de varios estados del país. «Somos un pueblo que ama la vida, somos un pueblo hospitalario, fraterno, alegre y solidario. Dentro de la pluralidad cultural de nuestro país existen elementos valiosos de unidad y de identidad nacional, muchos de ellos relacionados con la fe cristiana. Sin embargo, se asocian también al «modo de ser», a la cultura de los mexicanos, anti-valores y actitudes negativas, entre ellas: la violencia. Seguimos sufriendo la violencia y la inseguridad a lo largo y ancho de nuestro país y de nuestro Estado», expresó monseñor Sánchez.
«El comportamiento violento no es innato, se adquiere, se aprende y se desarrolla; en ello influye el contexto cultural en que crecen las personas…La crisis de valores éticos, el predominio del hedonismo, del individualismo y competencia, la pérdida de respeto de los símbolos de autoridad, la desvalorización de las instituciones (educativas, religiosas, políticas, judiciales y policiales) los fanatismos, las actitudes discriminatorias y machistas, son factores que contribuyen a la adquisición de actitudes y comportamientos violentos (…). La violencia se vuelve una forma de ver el mundo como un ambiente problemático; que inhibe la libertad personal; que amenaza y obliga a la persona a reducirse al espacio privado que le brinda seguridad y protección. Esta conducta también es una forma de reaccionar, pues ante cualquier situación considerada como amenaza, se reacciona visceralmente, sin reflexión, reforzando prejuicios sobre las personas y sobre los hechos y justificando acciones discriminatorias», explicó Monseñor.
Frente a tan sensible problemática los medios de comunicación poseen gran influencia, pues son a través de sus variadas programaciones, en especial las enfocadas en noticias, que los ciudadanos se informan y conocen los casos violentos que suceden a su alrededor, y precisamente la forma en que estas noticias son emitidas marcan la manera en que los espectadores entienden las causas y consecuencias de la violencia, así como sus diversas manifestaciones.
Hay » ‘medios de comunicación social que incrementan en la población la percepción de inseguridad y la cultura de la violencia. La transmisión de contenidos violentos, que recurre al sensacionalismo sangriento, que narra con lujo de detalles las acciones criminales y los hallazgos macabros; que repite, una y otra vez, los modos de operar de los delincuentes, sus mecanismos de tortura o de eliminación de las víctimas; genera en la sociedad miedo y desconfianza, con lo que se afecta la convivencia social y se daña el tejido social. Los medios de comunicación no ayudan a la construcción de la paz cuando informan, sin tener el más mínimo pudor o respeto para su auditorio, para las víctimas o para sus familiares y sin medir el impacto social o comunitario’. Al exponer a los auditorios a ser testigos indirectos de hechos violentos presentados con toda crudeza y al privilegiar contenidos en los que el uso de la fuerza es el mejor remedio para cualquier problema, los medios de comunicación se convierten en un factor significativo de la violencia», manifestó Monseñor Sánchez.
Con información de la Conferencia Episcopal Mexicana
Gaudium Press / Nathali J. Rátiva M
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