viernes, 22 de noviembre de 2024
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El Percherón

Bogotá (Jueves, 09-09-2010, Gaudium Press) Europa dio un salto en materia de desarrollo económico cuando los campesinos del valle de la Perche, cerca a la Normandía en la Francia medieval, incorporaron al trabajo de tracción y carga un corpulento equino nativo del lugar, con algo más de una tonelada de peso y casi un metro con setenta cms. de alzada: el Percherón. ¿Dónde estaba ese caballo en tiempos del Imperio Romano que no era usado para tracción o carga?

Pruebas históricas demuestran que un antepasado era conocido por bárbaros y romanos, pero la base esclavista del trabajo agropecuario, descargado inhumanamente sobre las espaldas de los vencidos, no dejó a aquellos percatarse de la presencia y utilidad de este bello y fuerte animal, que necesitó sangre del caballo árabe para pulir su temperamento brusco y un tanto torpe.

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Foto: Peter Jackson

El Percherón es resultado de la mezcla de dos sangres equinas por observación de monjes de San Benito cuyo lema religioso todavía hoy es: Ora et labora. Fueron ellos quienes en las granjas de sus monasterios, laboriosamente hicieron las selecciones y cruces hasta llegar a fijar el gen. Así entonces, arar la tierra y preparar el barbecho, transportar la cosecha para llevarla más lejos y más rápido, aumentó la producción agrícola. Tendrían que sucederse muchos siglos para que el buen y noble animal fuera sustituido por el prosaísmo ruidoso y contaminante de la tracción mecánica.

Por inexplicable descuido, como ha sucedido en otros aspectos, el mejoramiento de la raza se estancó y lo que prometía ser de verdad el tractor natural de los hombres de trabajo rudo, no parece haber alcanzado todavía los niveles de fuerza, docilidad y resistencia que potencialmente contiene. No sabemos si futuras generaciones, observándolo mejor y con más amor de Dios, serán capaces de desarrollarle capacidades que ignoramos hoy. En efecto, ¿quién se atrevería a negar de plano que un par de percherones mejorados genéticamente por amor de Dios en un mundo de fe, más orgánico y natural, adiestrados correctamente y favorecidos por factores angélicos, no igualarían en fuerza y maniobrabilidad un tractor mecánico de nuestros días? Sin el desproporcionado peso de las máquinas y el daño que le hacen al barbecho, los percherones del futuro incluso podrían mejorar al paso de herraduras con carramplones -como algunas ruedas de tractor- la tierra que van pisando sin ruido estridente ni contaminación.

Curiosas observaciones que hacen aficionados a este tipo de caballos, que los conocen de cerca y no han renunciado a su capacidad de asombro y admiración, ante las potenciales cualidades de este refuerzo natural que Dios nos regaló para perfeccionarlo y aliviar el destierro en este valle de lágrimas, sin dejar de trabajar, por supuesto.

Por Antonio Borda

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