Tomé (Lunes, 13-09-2010, Gaudium Press) Un día de fiesta vivió ayer la comunidad de fieles de Tomé, en la región del Bío Bío, sur de Chile, con motivo de la reapertura de la parroquia Nuestra Señora de la Candelaria, cuyo Templo fue gravemente afectado por el terremoto del 27 de febrero y hoy, gracias a la ayuda de numerosos laicos e instituciones, se erige como uno de los primeros en ser reconstruido.
Los actos de bendición del templo parroquial fueron encabezados por el Arzobispo de Concepción, monseñor Ricardo Ezzati, en compañía del Obispo Auxiliar, monseñor Pedro Ossandón, y varios sacerdotes del Decanato Penco – Tomé. La celebración contó también con la presencia de fieles de la parroquia San Francisco de Sales, de Santiago, quienes brindaron un importante apoyo y compañía a sus hermanos en la fe, especialmente en la tarea de reconstrucción del Templo.
Gran signo de esperanza
«Este es un gran signo de esperanza, porque así es la Iglesia: una realidad que se renueva constantemente gracias al Señor, la fuerza de Cristo resucitado, que siempre hace nuevas todas las cosas, con la fuerza también del espíritu. Yo creo que la bendición de la Iglesia reestructurada, el altar y la imagen de la Virgen de la Candelaria, es todo un gran signo de lo que la Iglesia está llamada a ser en su realidad más profunda. Es la Iglesia que se renueva para servir a su pueblo y lograr que de verdad la comunidad llegue a ser un signo de esperanza», dijo monseñor Ezzati en el rito de bendición.
En la ocasión, el prelado recordó que aún queda «mucho por hacer» y que son muchos los templos que permanecen dañados, comenzando por la Catedral de Concepción. «Se requiere de una cantidad grande de dinero, que no tenemos. Por consiguiente, esperamos que brote de la solidaridad de la misma gente, de sus comunidades y parroquias y pueda también seguir brotando de hermanos y hermanas de otras diócesis, aunque hay algunos signos de esperanza», señaló.
Por su parte, el padre Marcelo Gálvez, párroco de la parroquia San Francisco de Sales, se mostró alegre y conmovido ante la enorme gratitud a Dios y a la Virgen expresada por la comunidad de Tomé. «Me doy cuenta de la emoción de las personas. A nosotros también nos hace vibrar este hermanamiento que nos ha enriquecido mucho. El hecho de compartir nuestra fe y también las posibilidades que tenemos, ha hecho que nos hermanemos con Tomé de una manera muy preciosa. Siento, aquí, la presencia de Dios», destacó.
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