Redacción (Miércoles, 22-09-2010-Gaudium Press) Silencioso, dulce y amable, el crucificado es aún hoy reo de juicio. En los tribunales de la Unión Europea se discute una ley que busca prohibir el crucifijo en las instituciones públicas de enseñanza, en nombre de la secularización y del respeto a la libertad de culto.
La acusación fue hecha por una señora incrédula finlandesa, que sentía a su hija impelida a la religión debido a la presencia del crucificado en la sala de clase. En diciembre de 2009, el Parlamento Europeo para los derechos humanos determinó la retirada de todos los crucifijos de establecimientos públicos del continente. Parece que los crucifijos incomodan a mucha gente. Mientras aún los hay en lo alto de las iglesias, y hasta hay quien tenga la osadía de trazar semejante señal en la vía pública… incomodados quedan aquellos que no creen. Curiosamente, las otras religiones hasta ahora no se manifestaron cuanto a la visibilidad de la cruz, talvez por haber evolucionado en tolerancia.
Entretanto, la medida del retiro de la cruz suscitó la más amplia reacción registrada en la Historia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH): 20 países se declararon oficialmente en defensa de la Cruz. Es digno de nota que entre los grandes países católicos de Europa Occidental, solamente Italia se dignó a tomar la defensa de la presencia del crucifijo en las salas de clase. Entretanto, para alegría de los cristianos de todo el mundo, países católicos y ortodoxos se unieron en defensa de la cruz, símbolo del patrimonio cultural, histórico y religioso de la civilización cristiana. Algunos países de mayoría católica como Polonia, Austria, Croacia, Lituania, Malta y Mónaco, dieron apoyo a Italia en defensa de la presencia de la Cruz. El caso está yendo a instancias superiores del Tribunal Europeo.
Algunas preguntas se imponen en nuestros corazones católicos: ¿Condenarán nuevamente al crucificado? ¿Quién se lavará las manos esta vez? ¿Excluir al crucificado de las salas de clase es realmente respetar la memoria histórica de una nación y las creencias religiosas de los alumnos, visto que en su inmensa mayoría son cristianos? ¿Dónde está la representación de algunos países cristianos, una vez tan fervorosos y propagadores de la Fe, como Portugal, España, Francia y Bélgica?
Al final, la caza a las brujas que tanto se condenó en el pasado, parece que volvió a la sociedad libre, pero contra los cristianos… ¿Quién la promueve? Curiosamente, los que no creen en brujas. Al final, perseguir lo inexistente, parece contrario al buen sentido general. Quién diría, la escuela pública, que a todos acoge, un día todavía vendría a negar un lugar en el rinconcito de la pared al crucificado… Parece que solo él no puede allá entrar…
Por un comprensible contexto socio-cultural las naciones de América Latina tienden a imitar las actitudes buenas – y a veces malas – de los países bañados por el Atlántico Norte. De hecho, allá están las naciones dichas «desarrolladas». Espero que Brasil no quiera vergonzosamente imitar esta actitud ofensiva a la religión, la cultura y la identidad nacional. Nadie como Jesús pasó haciendo bien en la tierra y mereció la injusta condenación de Pilatos. ¿Sin embargo, nuestro siglo XXI cometerá el mismo error del gobernante romano? ¿Nuevamente condenarán a Jesús? ¿Esto es libertad de culto en el estado que se dice laico, pero en verdad parece anticristiano?
Nadie en este mundo que se pretende moderno y tolerante critica lo que no pertenecía al mundo real, sino que al imaginario. Deseo suerte al Estado Laico. Quien sabe si entre ellos surgirá un personaje tan carismático como aquel Jesús de Nazaret, que los haga durar, por lo menos, mil años. Pero sabemos que los gobiernos o los partidos no acostumbran durar tanto… Y conquistar la adhesión de aquellos millones que, genuflexos, aún piensan adorar lo que ellos dicen no existir.
Recemos para que las naciones supuestamente desarrolladas no lleguen a cometer la misma barbaridad de hace dos mil años atrás.
Por Marcos Eduardo Melo dos Santos
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