Buenos Aires (Lunes, 04-10-2010, Gaudium Press) Los adultos mayores son parte fundamental en la formación y crecimiento de cada hogar, son ellos quienes trasmiten a sus hijos y nietos sus experiencias de vida y sabiduría.
El Documento de Aparecida manifiesta: «el respeto y gratitud de los ancianos debe ser testimoniado, en primer lugar, por su propia familia. La Palabra de Dios nos interpela de muchas maneras a respetar y valorar a nuestros mayores y ancianos. Incluso nos invita a aprender de ellos con gratitud, y a acompañarlos en su soledad y fragilidad. La frase de Jesús: ‹A los pobres los tienen siempre con ustedes y pueden socorrerlos cuando quieran› (Mc 14,7), bien puede entenderse de ellos, porque forman parte de cada familia, pueblo y nación. Sin embargo, a menudo, son olvidados o descuidados por la sociedad y hasta por sus propios familiares».
En este sentido, el Secretariado para la Familia, de la Conferencia Episcopal de Argentina emitió un importante comunicado de prensa en busca de generar una significativa reflexión en torno a la situación actual de este grupo poblacional, en el marco de la celebración de la Jornada Mundial del Adulto Mayor.
«Entre los problemas que a menudo experimentan hoy los ancianos, y que atenta contra la dignidad de la persona, está la marginación. El desarrollo de este fenómeno, relativamente reciente, encontró terreno fértil en una sociedad que, concentrando todo en la eficiencia y en la imagen satinada de un hombre eternamente joven, excluye de los propios ‹circuitos de relación› a quienes ya no cumplen esos requisitos (…) La dimensión más dramática de esta marginación es la falta de relaciones humanas, que hace sufrir a la persona anciana, no solo por el alejamiento, sino también por el abandono, la soledad y el aislamiento. Con la disminución de los contactos interpersonales y sociales, comienzan a faltar, además, los estímulos, las informaciones, los instrumentos culturales. Los ancianos, al ver que no pueden cambiar la situación por estar imposibilitados de participar en la toma de decisiones que les conciernen como personas y como ciudadanos, terminan perdiendo el sentido de pertenencia a la comunidad de la cual son miembros», dice el comunicado según AICA.
Los adultos mayores, necesitan del cuidado, del amor y la comprensión no solo de su grupo familiar primario, sino de la sociedad en general, además de toda la atención por parte de las políticas de Estado, a través de las cuales se les debe brindar las condiciones sociales -económicas, culturales, políticas y de salud, entre otras- para su óptimo desarrollo.
«A los ancianos se les debe dar la posibilidad de influir en las políticas relacionadas con su vida, pero también con la vida de la sociedad en general, mediante organizaciones de la categoría y representantes a nivel político y sindical. Ha de fomentarse, pues, la creación de asociaciones de ancianos y apoyar las ya existentes que, como decía Juan Pablo II, ‹deben ser reconocidas por los responsables de la sociedad como expresión legítima de la voz de los ancianos y, entre ellos, de los más desamparados›», agregó el comunicado según AICA.
Gaudium Press / Nathali J. Rátiva M.
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