Bogotá (Viernes, 22-10-2010, Gaudium Press) La primera fundación Española en nuestra América fue una empalizada a manera de fuerte que llamaron Navidad. Estaba ubicado al noroccidente de la actual Haití y se construyó con los restos del maderaje de la Santa María. Colón había denominado la isla Hispaniola pero los aborígenes la llamaban Quisqueya, que quiere decir «Madre de todas las tierras».
Monumento a Colón, en Nueva York Foto: Gustavo Kralj |
La nave capitana -la mayor de las tres, había encallado mansamente en un bello arrecife de coral rosado no avistado a tiempo, lo que no causó muertos y ni siquiera heridos, pese a que el accidente la dejó inservible. Era como si hubiese decidido quedarse allí.
El encallamiento de la nave se dio en la temprana madrugada del 25 de diciembre de 1.492. Todavía estaba oscuro. Los indígenas Tainos (no los sanguinarios Caribes) ayudaron a rescatar los 45 tripulantes, a desocupar la Carabela y a transportar la madera de ella para construir una torre y una empalizada, donde escamparían 39 hombres a la espera del retorno de Colón, que partió para España el 4 de enero de 1.493.
A su regreso, el Almirante encontró el fuerte destruido y sus ruinas abandonadas. De los 39 hombres se hallaron apenas algunos pocos huesos. Uno de los caníbales caciques caribes, el más feroz y sanguinario de todos, temido incluso por los taínos, había arrasado traidoramente el fuerte por instigación de una de sus brutales concubinas, que también era cacica y tenía territorio propio.
Así que una noche de navidad, con la madera de la mejor nave del descubrimiento llamada Santa María, en una isla llamada madre de todas las tierras, nació el primer asentamiento europeo en América. Casi un maternal designio, para un continente que había sido descubierto precisamente el día de la Virgen del Pilar, con el apoyo de Isabel la Católica… Una fuerte presencia femenina.
Pero la historia registra también la sorprendente coincidencia, que fue precisamente por el odio de una india Caribe que el fuerte con sus hombres fue arrasado…
Por Antonio Borda
Deje su Comentario