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Santiago (Lunes, 25-10-2010, Gaudium Press) Con multitudinaria concurrencia se realizó ayer domingo la 20ª versión de la tradicional Peregrinación Juvenil al Santuario de Santa Teresa de los Andes, ubicado en la localidad de Auco, y que es organizada por la Vicaría de la Esperanza Joven en memoria del ejemplo de vida de Santa Teresa de Jesús de los Andes.
Desde muy temprano en la mañana miles de entusiastas peregrinos se congregaron en la Hacienda Chacabuco para recorrer los 27 kilómetros que la separan del Templo donde se encuentran los restos mortales de Juanita Fernández Solar, carmelita y primera santa chilena.
Tras la motivación y envío inicial, fueron más de 78 mil fieles los que recorrieron las 14 estaciones, cada una con un signo especial y animadas por diversas pastorales y movimientos católicos; entre ellos el Seminario Pontificio Mayor, las hermanas carmelitas teresianas y la Comunidad de Taizé.
En esta ocasión, la peregrinación estuvo marcada por emotivas instancias de reflexión acerca de los dolorosos acontecimientos que ha debido enfrentar el país durante este año y como Dios se ha manifestado en cada uno de ellos. La eucaristía central también tuvo un especial sentido ya que debiese ser la última que preside el Cardenal Francisco Javier Errázuriz en calidad de Arzobispo de Santiago; lo que quedó de manifiesto por diversas frases de despido y agradecimiento pronunciadas por el purpurado.
«Chile, una mesa para todos»
A eso de las 17:00 hrs, se realizó en la explanada del Santuario de Santa Teresa de los Andes, la eucaristía central de la jornada que fue presidida por el Arzobispo de Santiago. En su homilía, el Cardenal Errázuriz abordó el lema de la Iglesia para este año del Bicentenario: «Chile, una mesa para todos», manifestando que el evangelio dominical nos exhorta a que el país sea una gran mesa para todos, ya que Cristo ha querido que «todos seamos invitados a la mesa que Él prepara para compartir como iguales».
En este mismo sentido, el purpurado hizo referencia a los mineros rescatados desde la mina San José, y al igual que ellos -dijo- Dios quiere que podamos decir juntos «estamos todos bien en el refugio, que es Cristo». La realización de este cometido -continuó- implica la gran tarea de rescatarnos unos a otros de la marginación, superando toda diferencia que nos deje fuera de esta gran mesa; ya sea social, económica o de raza.
«Porque tenemos fe y creemos en el Señor, queremos cumplir este anhelo, que es un proyecto exigente que requiere que volvamos a la base misma de nuestra fe (…) Somos invitados por Dios a una mesa para todos en la que hay justicia, verdad, paz, santidad y gracia. Asimismo, estamos invitados a trabajar para construir esa mesa y a ayudar a Jesucristo a poner en ella oportunidades, esperanzas, confianza, amistad», expresó el Cardenal.
Gaudium Press / Igor Roco
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