Oakland (Viernes, 29-10-2010, Gaudium Press) Mons. Salvatore J. Cordileone, obispo de Oakland, ha emitido una reflexión pastoral sobre el referendo a ser realizado en el estado americano de California el próximo 2 de noviembre, que pretende «legalizar» la marihuana, colocándola al mismo nivel que el alcohol y el tabaco. Oakland es una ciudad de ese estado, ubicada en la bahía de San Francisco.
Mons. Salvatore J. Cordileone |
En su reflexión Mons. Cordileone focaliza un punto no tan abordado en el debate, como es el que el cuidado de nuestros cuerpos es una consecuencia natural de la dignidad de la persona humana, creada a imagen de Dios.
Para el prelado, los propugnadores de la iniciativa quieren sustentarla primariamente en razones económicas, tales como la elevación de ingresos fiscales provenientes de impuestos o el ahorro de costos consecuencia de hacer cumplir la ley. Entretanto, esa clase de argumentación es en el concepto del obispo «excesivamente simplista y fuera de foco», entre otras razones porque el propio impacto económico es discutible: La legalización podría conducir a costos de salud más altos y más accidentes, sin descontar la fuerte posibilidad de que un mercado negro del producto sea el medio elegido de quienes no desean pagar impuestos.
Sin embargo, la principal preocupación está en el hecho que la ingestión de ese tipo de sustancias no puede ser «una buena forma de conducir nuestras vidas terrenales». Mons. Cordileone recuerda también el papel instructivo de la ley, que mueve a las personas a considerar que si una actividad está legalizada es al mismo tiempo social y moralmente aceptable: «Por supuesto que tal juicio es erróneo, y los jóvenes están especialmente sujetos a este tipo de persuasión», señaló el obispo.
Igualmente Mons. Cordileone recordó el hecho -comprobado por la investigación- de que comúnmente la marihuana es puerta de entrada a drogas más perjudiciales: «Todos hemos sido testigos de los devastadores efectos que el abuso de sustancias ha tenido en nuestras comunidades y nuestras familias, que a menudo se inició con el consumo ‘recreativo’ de marihuana y luego avanzó a drogas más nocivas y narcóticos. ¿Realmente queremos invitar implícitamente a nuestros jóvenes a seguir este camino, en lugar de darles el constante y consistente mensaje: «Simplemente ‘di no a las drogas’ «, inquirió.
Gaudium Press / S. C.
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