Bagdad (Viernes, 05-11-2010, Gaudium Press) No cesan las manifestaciones de protesta y de búsqueda de seguridad para los cristianos iraquíes, brutalmente afectados por el atentado terrorista del domingo pasado contra la catedral sirio-católica de Bagdad.
El Cardenal Delly junto al Premier iraquí |
«Pedimos hechos concretos, ya las palabras no son suficientes» fue el mensaje aportado por una delegación de obispos iraquíes -encabezada por el patriarca caldeo, Cardenal Emmanuel III Delly, y el arzobispo sirio-católico Mons. Mati Shaba Mattoka- que ayer se encontraron con el premier saliente de ese país, Nouri al-Maliki, quien aseguró que se hará todo lo posible por dar seguridad a la comunidad cristiana. El Cardenal Delly afirmó que, tras la conversación con el premier, «nuestros fieles deberán hacer parte de las fuerzas de seguridad y desempeñar funciones en el ministerio del Interior», reportó el diario Avvenire.
Por su parte, el observador de la Santa Sede junto a la Onu, Mons. Francis Chullikatt, afirmó que «los gobiernos tienen la solemne responsabilidad de salvaguardar el derecho inalienable» de la libertad religiosa, en vez de ignorarlo y consentir en las persecuciones de los creyentes.
Se conocen nuevos detalles de la masacre
Nuevos detalles de la masacre salen a luz con el trascurso de los días y las declaraciones de los sobrevivientes. Los 6 u 8 terroristas, todos jóvenes y con certeza varios menores, después de hacer explotar la puerta de la catedral que había sido cerrada tras los primeros disparos, subieron hasta el altar y exigieron al sacerdote celebrante, el Padre Tahir, que se quitara los paramentos y retirara del altar todos los objetos litúrgicos. Ante la negativa del padre, le dispararon a la cabeza. Un hermano del sacerdote que acudió en su ayuda fue muerto en ese momento por los terroristas. Otro sacerdote, el Padre Wasim, que acudió al altar gritando para que se detuviera la masacre, fue asesinado también con un proyectil en la cabeza, mientras los terroristas entonaban la «oración del atardecer». El acento de los asesinos era sirio o egipcio.
Los terroristas procedieron a cerrar las puertas laterales, mientras algunos de los fieles consiguieron refugiarse en la sacristía, sobreviviendo así a la masacre que siguió: ejecuciones sumarias de familias enteras, una mujer encinta, una pareja con un niño de tres meses. Al arribo de las fuerzas de seguridad, dos terroristas que se encontraban en medio de los fieles arrinconados en un ángulo, se hicieron estallar.
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