Redacción (Viernes, 10-12-2010, Gaudium Press) El jardín de una casa es un lugar excelente para una buena conversación. En él las personas descansan un poco de sus arduas tareas y disfrutan de uno de los aspectos más importantes de la vida, el convivio. Pero si analizamos mejor este ambiente encantador, vamos a notar que en él hay vida en abundancia, por más que no la percibamos a primera vista. Los vegetales son los que más se resaltan en un jardín. ¿Pero también cuántos insectos allí se cobijan?
Creo que todos, al menos una vez, ya oyeron algún cuento de hadas. Pues bien, en este jardín los insectos hablan y tienen vida como la nuestra.
Foto: Jo Anthony Fortugaleza |
Estamos en pleno verano, el calor tórrido no cesa de fustigar este lindo jardín y las famosas «lluvias de verano» hace tiempo que no vienen a regar los secos ramajes. Los habitantes del jardín ya agotaron toda la reserva de agua y no saben qué hacer. En esta situación, la Abeja Reina resolvió convocar una asamblea para buscar una solución.
A la hora fijada, todos estaban reunidos bajo de un lindo rosal, el cual proporcionaba un poco de frescor en medio del calor. Y la Abeja Reina tomó la palabra: «Pueblo de este reino, estamos reunidos a fin de encontrar una solución para la sequía, pues todos saben que nuestro jardín hace mucho que no es regado por las benévolas lluvias. Delante de esta situación, propongo que trazemos un plan para crear una pequeña represa que nos garantizará agua en abundancia durante todo el verano, pero para esto precisamos del auxilio de todos los moradores de este jardín».
Fue en este momento que la Cigarra levantó su voz estridente y llena de insolencia: «¡Ah no! Trabajar en el verano no. ¡Basta! Tenemos que aprovechar nuestra vida de insectos, pues vivimos muy poco y lo mejor es aprovechar todo el placer que la vida pueda darnos. Poco importa si moriremos después, pues vamos a morir de cualquier manera». Estas arrogantes palabras fueron seguidas de vivas aclamaciones por parte de los Mosquitos y los Zancudos. Las Abejas que hacían la guardia de la Reina tuvieron que controlar la situación a fin de evitar una revuelta.
En seguida, se levantó una saludable Hormiga y comenzó su discurso: «Pueblo aquí reunido, nosotros somos capaces de enfrentar esta situación. Somos insectos fuertes, cada uno con su cualidad. Podemos, con el propio esfuerzo, vencer esta crisis. Nosotros Hormigas nos encargaremos de hacer los embalses para la represa. Reina, cuente con nuestra ayuda».
Estas palabras llenaron de ánimo a aquellos insectos y en seguida comenzaron a distribuir las funciones, según las cualidades propias: las Lombrices se ocuparían de los trabajos subterráneos; las Arañas cuidarían del cordón de aislamiento a fin de evitar accidentes; los Escarabajos harían el transporte pesado; los Saltamontes serían los responsables por la rápida comunicación; las Luciérnagas permitirían el trabajo nocturno; las Abejas harían el cargamento aéreo; y con esto, según los cálculos, en solo una semana ellos tendrían una represa que les garantizaría agua por todo el verano.
La Abeja Reina estaba exultante con el resultado de la reunión. En este momento se levantó en el fondo de la asamblea un personaje de reconocida finura, de una tonalidad austera: era la Mantis Religiosa. Con su frecuente calma, tomó la palabra: «Venerable Abeja Reina y dedicado pueblo de este jardín, saludos. Es perceptible la dificultad que enfrentamos y la necesidad de una acción en consecuencia. Los planes propuestos parecen buenos y, si ejecutados en conjunto, probablemente alcanzarán su fin. Solo propongo una única cosa, que todos hagamos una oración en conjunto en lo alto de la roca que está en el centro del jardín, a fin de pedir que nuestro benigno Dios proteja y auxilie nuestros trabajos». Estas palabras alegraron a las Mariquitas, que siempre hacían sus oraciones en aquel lugar. Pero no a todos les gustó oírlas…
La Cigarra una vez más soltó aquella voz característica: «Si quieren, trabajen y recen, pero yo y mis amigos Mosquitos estaremos en el lodo que está debajo del helecho para divertirnos. ¡Ja, ja, ja!!!». Y la Hormiga retrucó: «Haga como quiera Cigarra, pero cuando esta represa esté lista, no cuente con nuestra ayuda. Y usted, Mantis, sepa que no será una oración la que hará surgir una represa, es el trabajo y el esfuerzo los que garantizan nuestro futuro, ¿entendió?».
La Abeja Reina se entristeció con esto, pues admiraba mucho aquella serenidad propia de la Mantis, que se mantuvo en silencio delante de aquellos insultos. Pero, así quedó decidido y los trabajos comenzarían al día siguiente.
Era grande la expectativa cuando rayó el sol, todos estaban ansiosos por realizar aquel emprendimiento. ¡Que impresionante! Solo algunas horas de trabajo y ellos habían alcanzado el resultado esperado para tres días. Todo era éxito y la técnica parecía triunfar sobre el deseo de placer de la Cigarra y la fe de la Mantis.
Foto: Sean Dreilinger |
En el horario marcado por la Mantis, allá estaban todas las Mariquitas, en la roca, a fin de alabar a Dios con la oración.
Entretanto, algo raro comenzó a ocurrir. Un gran vendaval surgió repentinamente, dificultando el trabajo de las Hormigas, pero la orden de comando era: «Vamos adelante, pues ni Dios impedirá nuestro éxito»… ¿Será?
Algo increíble sucedió, era una lluvia de granizo que vino asolar aquellas pobres criaturas, talvez la más fuerte que ya hubo en aquella región. En medio de los trabajos se estableció el caos, nadie sabía para dónde huir ni qué hacer. Los robustos Escarabajos vieron sus cascos destrozados por el golpe de los granizos; las Abejas no resistieron a la violencia del viento; las esforzadas Hormigas fueron completamente aniquiladas por los propios embalses que sobre ellas cayeron. Bastaron treinta minutos para que la tempestad esparciera el pánico y el terror en aquel lindo jardín. Grande fue la mortandad… Inclusive la Cigarra, los Mosquitos y los Zancudos, fueron cruelmente destrozados por una piedra que se desplomó.
Pero ¿dónde estaban las Mariquitas y la Mantis?
Después del insectocidio, la Abeja Reina salió de su colmena y vio aquella chocante escena. Sin embargo, vio que en la piedra situada en el centro del jardín había caído una gran corteza de árbol justo encima de los que estaban rezando, y que debido a la curvatura de la corteza, ella sirvió de abrigo durante la tempestad. En algunos instantes salieron la Mantis y las Mariquitas, perplejos por verse salvados de tan terrible acontecimiento.
Y la Abeja Reina comprendió bien la lección. La diversión (lícita) forma parte de la vida y tiene sus momentos, el trabajo también es necesario para la sobrevivencia y debe ser ejecutado con toda diligencia, pero la oración es lo más importante, aún cuando no vemos con los propios ojos a este Dios que nos creó. Triste fin de los que buscaron solamente el placer o el hacer.
Así acontecerá cuando venga Jesucristo para juzgar: «Cuando el Hijo del Hombre vuelva en su gloria y todos los ángeles con él, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones se reunirán delante de él y él separará unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. Colocará las ovejas a su derecha y los cabritos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los que están a la derecha: – Venid, benditos de mi Padre, tomad posesión del Reino que os está preparado desde al creación del mundo. Se volverá en seguida hacia los de su izquierda y les dirá: – ¡Retiraos de mí, malditos! Id al fuego eterno destinado al demonio y sus ángeles. Y estos irán al castigo eterno, y los justos, para la vida eterna» (Mt 25,31-34.41.46).
¿Vale la pena arriesgarse llevando una vida como si Dios no existiese? ¿O será mejor vivir de acuerdo con los mandamientos de Dios mientras hay tiempo?
Por Thiago de Oliveira Geraldo
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