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Qumran: las misteriosas cavernas de Israel – I Parte

Redacción (Jueves, 16-12-2010, Gaudium Press) Él la busca por todos lados, pero no la encuentra. ¿Dónde estará la oveja de Mohammed ed-Dib -«el Lobo»-? Perteneciente a la tribu beduina de los Ta’âmireh, el joven pastor intenta localizar el animal apartado entre las hendiduras de la roca escarpada del litoral, que se extiende a centenas de metros del nivel del Mar Muerto.

Los nativos de la región sabían de la existencia de ruinas a poco más de diez kilómetros de la ciudad de Jericó; este lugar era denominado Qirbet Qumran. Sus ruinas se sitúan cerca de un kilómetro del margen del «Mar Salado». Pero a Mohammed lo que le interesaba, en aquel inicio de 1947, era encontrar su animal que se había apartado a 1.300 metros al norte de la Qirbet.

Mientras buscaba la ovejita, entró a una de las cavernas y allí observó que había jarras de arcilla. Sin embargo, no quiso permanecer solo en aquel lugar; más tarde volvió con un compañero y encontraron, dentro de las jarras, rollos de piel manuscritos envueltos en un paño de lino y llevaron siete que estaban en mejor estado.

Parece leyenda, pero fue así que en pleno siglo XX, un joven de una tribu nómada descubre la primera gruta de Qumran, suscitando el interés y esfuerzo de estudiosos del mundo entero para cuidadosas investigaciones. Inicialmente cuatro de estos rollos fueron vendidos al obispo del monasterio sirio -San Marcos de Jerusalén- y después transportados a los Estados Unidos.

Volvieron a Israel mediante un pago de 250.000 dólares, en 1954. Los otros tres fueron adquiridos por el P. E. L. Sukenik -en nombre de la Universidad Hebrea-. Por medio de negociaciones, la Universidad Hebrea de Jerusalén, acabó poseyendo los siete rollos de este primer descubrimiento.

El reconocimiento inicial

El conflicto árabe-israelí (1948-1949) impidió cualquier reconocimiento arqueológico. Solamente después de su término fue posible que una comisión comenzara con las investigaciones arqueológicas en la gruta. La expedición, comandada por el P. de Vaux -director de la Escuela Bíblica y Arqueológica Francesa y presidente del Comité Internacional para la Gestión del Museo Arqueológico Palestino-, tenía la colaboración del inglés Gerald Lankester Harding, director del Servicio de Antigüedades de Jordania, y del Capitán belga, Philipper Lippens, un observador de la ONU. Al inicio de 1949, esta comisión exploró la gruta que solo permitía el acceso por una estrecha ventana o arrastrando por una apertura a nivel del piso; posteriormente las excavaciones ampliaron estas grietas. Con ocho metros de largo y dos de ancho, la gruta contenía -además de los siete manuscritos extraídos por los beduinos- dos lámparas de arcilla, cerca de cincuenta jarras y 600 fragmentos de piel, correspondiendo a setenta manuscritos. Encontraron también cuarenta papiros muy deteriorados y algunos pedazos de tejido de lino, probablemente utilizados para envolver los escritos.

Once grutas, once misterios

Qumran-300x264.jpgLas grutas de Qumran fueron clasificadas de acuerdo con los manuscritos en ellas encontrados. Llevan el número cronológico de su descubrimiento, más la letra representativa del lugar -la primera gruta de Qumran = 1Q, etc.-. En marzo de 1952, la misma tribu beduina encontró dos grutas más -2Q y 3Q-. En la primera de ellas -al sur de la 1Q y de acceso muy difícil-, fueron extraídos 185 fragmentos, lo que representa cerca de cuarenta manuscritos. A dos kilómetros al norte de la Qirbet se encuentra la 3Q, con dificultad de ingreso debido a un desmoronamiento del techo. Aquí 274 fragmentos son encontrados, pero solo 90 aprovechables; además de 30 rollos de pieles muy deteriorados por el clima y animales roedores.

La gran riqueza encontrada en la 3Q son algunos rollos de cobre, con textos en caracteres hebraicos, algunos destacados en relieve. Con estos descubrimientos el P. de Vaux inició una campaña buscando explorar ocho kilómetros de extensión en la roca escarpada del litoral, a fin de localizar nuevas cavernas. De las áreas investigadas -entre cavidades y grietas-, 40 presentaron restos de materiales, incluso de cerámica y 230 no dieron ningún resultado positivo.

Más tarde, la familia de los Ta’âmireh encuentra dos grutas más -4Q y 5Q-, basados en la narración de una caza hecha por un viejo beduino, que decía haber encontrado cerámica antigua al perseguir una perdiz herida en la terraza de la roca -los exploradores no habían dado gran importancia a estas cavidades-.

Avisados, el equipo de investigadores comandados por el P. de Vaux y el abad Milik, exploraron la región lateral de aquel acantilado durante una semana, hasta que localizan la caverna indicada por los beduinos. Cerca de 400 manuscritos fueron encontrados en la 4Q. La 5Q abrigaba algunos pocos escritos en estado de fragilidad extrema. Próximo a este lugar, los investigadores encuentran un orificio en el acantilado que contenía 718 fragmentos de papiro y 57 de piel. Se calcula que su número era de 30 manuscritos. Esta pasó a ser la 6Q. Poseía señales de personas -probablemente beduinos- que habían pasado hace poco por el lugar.

Una expedición realizada de febrero a abril del 1955 condujo a los exploradores a encontrar cuatro grutas más. Estas fueron excavadas por hombres, pero la erosión hizo que hubiese un desmoronamiento en los bordes de la terraza. Poco se extrajo de estas grutas «artificiales». Al inicio de 1956, los beduinos localizaron la última gruta (11Q) a cerca de dos kilómetros de Qirbet Qumran. Después de eso, no se encontró más ninguna gruta con manuscritos.

Entretanto, un objeto descubierto en la gruta once levantó polémica. Se trata de una herramienta que, al mismo tiempo, parece un hacha y una especie de picareta -tipo de martillo-, que podría hacer alusión a un instrumento usado por los esenios.

¿Quiénes eran los esenios?

En la época de Jesús había tres grandes facciones religiosas: los saduceos, los fariseos y los esenios. Posteriormente surgieron otras. Estas divisiones se hicieron sentir en la época de la resistencia de los Macabeos -siglo II a.C.-. Los saduceos -referencia al sacerdocio de Sadoc- eran constituidos por los sacerdotes, los cuales cuidaban del Templo de Jerusalén y habían sido influenciados por la mentalidad helénica.

Los fariseos -palabra que significa «separados»- era una corriente de laicos que no quería compartir la influencia extranjera y, por eso, se profundizaron en el estudio de la Torá -la Ley-.

Los esenios eran conocidos por su modo de vida austero, su creencia en la inmortalidad del alma y la continencia que practicaban. Atrajeron mucho la admiración de sus compatriotas, así como de extranjeros. Los relatos sobre su conducta están contenidos, de manera especial, en escritores antiguos, como Filón de Alejandría, Flavio Josefo, Hipólito de Roma y Plinio, el Antiguo.

Los descubrimientos del Mar Muerto traen informaciones más precisas sobre la comunidad esénica, la probable moradora de Qumran.

Por Thiago de Oliveira Geraldo

(Mañana: II Parte – Qirbet Qumran: una historia por detrás de las ruinas)

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