Puerto Alegre (Martes, 21-12-2010, Gaudium Press) En la semana de Navidad, el arzobispo metropolitano de Puerto Alegre, Río Grande del Sur, Mons. Dadeus Grings, escribe un artículo especial con el título «La Navidad del Mesías», en el cual afirma que para conocer verdaderamente a Jesús tenemos que situarnos en un contexto de las comunidades que se formaron en torno a su nombre y que, medio siglo después, colocaron, por escrito, su experiencia de fe.
En otras palabras, afirma el prelado, habiendo Jesús vivido a inicios del siglo I, nosotros vemos ya a partir del final del mismo siglo, por los escritos que conocemos como Sagrada Escritura del Nuevo testamento, cuanto la fe en su persona estaba solidificada. «Con esto queremos decir que no había ‘estenógrafo’ ni grabador para registrar los actos y las palabras de Jesús. Su actuación pasó a la vida de sus discípulos, que la transmitieron a los tiempos futuros por el testimonio», agrega.
Mons. Dadeus Grings |
Mons. Grings destaca también que la presencia y la vida de Jesús de Nazaret no quedaron encerradas en su tiempo y su espacio palestino, sino repercutió profundamente en la humanidad entera. Según él, solamente después de la repercusión, por la creación de comunidades de fe, fue que ellas se consignaron por escrito. «Mucho antes de eso ya eran vida y luz para los hombres, o sea, se acogían como Tradición».
Para el arzobispo, esta tradición nos dice que el punto central, delante de las vicisitudes de los judíos, cuya sobrevivencia estaba bajo control delante del Imperio romano, era la figura histórica de Jesús. Mons. Dadeus recuerda que el evangelista Mateo lo pone en medio de su Evangelio, situándolo fuera del territorio de Palestina, en Cesareia de Filipe, y pone la pregunta en la propia boca de Jesús: ¿qué dicen los hombres que soy? «La respuesta vaga de la opinión general, no satisface. Pregunta entonces a los seguidores: Y vosotros, ¿quién dices que soy? Mateo pone en la boca de Pedro la respuesta, que es de todos los discípulos: Tú eres el Mesías. Y agrega algo inaudito: El Hijo de Dios vivo», completa.
La historia del cristianismo, de acuerdo con el arzobispo, está marcada por esta profesión de fe. Reforzando esta afirmación, Mons. Grings cita al evangelista Lucas, que narra, en los Hechos de los Apóstoles que, en Antioquia, bajo el liderazgo de Bernabé y Pablo, los discípulos de Jesús, por primera vez, fueron llamados por el de «cristianos», marcando así decididamente la herencia mesiánica de la línea de Jesús. Para el arzobispo, los discípulos, a lo largo de los tiempos, se distinguieron de los demás hombres por su fe en Jesús como el Cristo, o sea, como el Mesías prometido en el Antiguo Testamento.
Por último, Mons. Dadeus explica que Mesías es una palabra hebraica para designar el «esperado en las naciones», y que fue traducido al griego como «Cristo», el Ungido; para el latín como Salvado; y para el árabe como Maomé, el iluminado. El prelado enfatiza que el punto alto de la narración del mesianismo de Jesús se encuentra, paradójicamente, en los acontecimientos de la pasión, que ocupan cerca de una tercera parte de los Evangelios. Delante del Sinedrio, Pilatos pregunta a Jesús si él es Rey, y con la explicación de Jesús de que su reino no es de este mundo, o mejor, que no es ni político y mucho menos militar, Pilatos se tranquilizó.
«Los judíos consiguieron la condena, por decir, a los gritos, por Jesús haberse declarado Hijo de Dios. Él, en verdad, es nuestro Salvador y nuestro Dios, hecho hombre, nacido de la Virgen María. Debemos celebrar con alegría su Navidad y desearnos mutuamente felicidades», concluye.
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