miércoles, 04 de diciembre de 2024
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"Clamor por la vida de los inocentes", es el llamado que hicieron los obispos de la Conferencia Episcopal de Chile en el Día de los Santos Inocentes

Santiago (Miércoles, 29-12-2010, Gaudium Press) En el día en que se recuerda a los Santos Inocentes, los obispos de la Conferencia Episcopal de Chile (CECh) hicieron pública una declaración titulada «Clamor por la vida de los inocentes», a propósito de la presentación de un proyecto de ley de «aborto terapéutico» promovido por algunos parlamentarios. El texto fue presentado durante la mañana de ayer por el Arzobispo electo de Santiago y Presidente de la CECh, monseñor Ricardo Ezzati, en las dependencias del episcopado.

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Mons. Ezzati hace pública la declaración de la CECh

En el documento los obispos manifestaron su preocupación por el surgimiento de «voces de algunos legisladores que proponen despenalizar el aborto en determinados casos», aludiendo estos últimos a situaciones en que «el embarazo pone en riesgo la vida de la madre o atenta gravemente en contra de su salud, en casos en que el embarazo es producto de una violación, o bien cuando el concebido que se desarrolla en el vientre materno posee malformaciones, que incluso se prevé que lo llevarán a la muerte una vez nacido».

En su declaración, los obispos analizan cada una de estas premisas desmintiendo lo «terapéutico» que pueda existir en ellas y reiteraron una vez más su compromiso en la defensa del derecho a la vida, ya que según ellos, éste es el tema de fondo detrás del debate. «Ninguna postura ni decisión es neutral, ni puede serlo», afirmaron.

En este mismo sentido agregaron que «como pastores de la Iglesia Católica y a partir de su enseñanza, con caridad en la verdad, queremos ofrecer luces para el discernimiento en conciencia de los católicos y de todas las personas de buena voluntad; también como un aporte a la reflexión de los legisladores y autoridades ante un tema que toca profundamente el alma nacional, como es el elemental derecho a la vida».

Profundo respeto del derecho a la vida de cada ser humano

«Ciertamente, las situaciones a las que se refieren estos proyectos de ley son muy dramáticas y dolorosas tanto para la madre como para las personas cercanas a ella, y no se suele estar preparado para vivirlas (…) Situaciones como éstas, aunque escasas, son fuente de angustia, incertidumbre y dolor que a nadie puede dejar indiferente», señalaron.

Sin embargo, ante tales situaciones «la pregunta es cómo responder de la mejor manera para ser respetuosos con la vida, tanto de la madre como la de su hijo, logrando que la respuesta del marco jurídico, de los servicios de salud y de la sociedad entera refleje un hondo respeto al derecho a la vida que tiene cada ser humano».

Los obispos son enfáticos en advertir la relevancia y trascendencia de esta discusión, ya que «las respuestas que nos demos como sociedad y país marcaran la vida de la madre y la del hijo, como asimismo el alma nacional y la cultura que vamos construyendo», es por ello que destacaron la necesidad de educar «a todos en los valores humanos fundamentales que están en juego, como son el respeto a la vida, el cuidado del más débil, así como la solidaridad, la compasión y justicia».

«Las prácticas abortivas son la negación misma de lo que se entiende por un acto médico»

Respecto de aquellos casos en que el embarazo pone en riesgo la vida o salud de la madre, los pastores afirman que «no es lícito eliminar la vida del niño concebido», y en la misma línea que el magisterio de Pío XII respecto al tema, consideran que «es erróneo poner el asunto con esta alternativa: o la vida del niño o aquella de la madre. No, ni la vida de la madre ni la del niño pueden ser objeto de un acto de directa supresión. De una parte como de la otra la exigencia no puede ser más que una: hacer todo esfuerzo por salvar ambas vidas, la de la madre y la del niño».

Además indicaron que «las prácticas abortivas son la negación misma de lo que se entiende por un acto médico, que consiste en hacer el bien posible, en este caso, a sus dos pacientes: la madre y su hijo. Nunca será un acto médico el que dañe directamente a cualquiera de ellos».

Sin perjuicio de esto, los prelados enfatizaron que «no se debe confundir una acción terapéutica a favor de la madre, que encierra como consecuencia no buscada el peligro de una pérdida, con la directa eliminación del ser que no ha nacido».

«La eliminación de un ser humano no constituye terapia alguna puesto que no sana a nadie»

«En relación a despenalizar el aborto, cuando se puede predecir con probabilidad o subjetiva certeza que el niño nacerá con un defecto o enfermedad, hay que tener presente que la eliminación de un ser humano no constituye terapia alguna puesto que no sana a nadie. Se trata de un aborto directo ilícito desde el punto de vista moral y gravemente contrario al ordenamiento legal y constitucional de nuestra nación», dijeron.

En lo tocante a las situaciones en que se invoca el supuesto «derecho de la mujer a disponer de su propio cuerpo», los obispos argumentaron que una afirmación de este tipo olvida la primicia fundamental de que el ser humano que está en el seno de la madre no es parte de ella: «es otro ser humano distinto al padre y a la madre».

Por otra parte, «los sentimientos de la madre que son invocados, ciertamente son respetables y muy atendibles, pero nunca un sentimiento puede prevalecer como un valor superior por sobre el derecho a la vida que tiene todo ser humano, ya sea que esté sano o enfermo. Entre los derechos humanos, éste es el primero, sin el cual no existen los demás».

«Este derecho a la vida también se le ha de respetar al ser inocente que ha sido concebido como consecuencia de un acto tan violento y condenable como lo es una agresión sexual», manifestaron.

Alcances del debate

«Creemos que el nivel de desarrollo de una comunidad se mide por la capacidad que tiene de hacerse cargo de los débiles y enfermos. Una sociedad que los elimina permite que la violencia se constituya en el método para resolver los conflictos, convirtiéndose en una dictadura donde los más fuertes terminan decidiendo por las más débiles. Nadie tiene el derecho de arrogarse el poder de decidir qué vida merece ver la luz del día y cual no», destacaron los pastores.

En el marco de la celebración de Navidad, los obispos encomendaron a Dios, por intercesión de la Virgen María, que «se acreciente en todos nosotros el amor por la vida, el respeto a la vida de todos y -en especial- el deber de todos de cuidar la vida de los pequeños, los sufrientes y los más pobres y abandonados de nuestra sociedad».

«Imploramos para que la sabiduría y fortaleza de Dios guíen las decisiones en tan trascendente materia», culminaron.

Gaudium Press / Igor Roco

 

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