Ciudad de México (Miércoles, 05-01-2011, Gaudium Press) Hoy, en la víspera de la Epifanía del Señor -celebración que recuerda la adoración que recibió el Niño Jesús por parte de los Magos de Oriente, como símbolo de su reconocimiento como Salvador de toda la humanidad-, millones de niños en el mundo aguardan la llegada de Melchor, Gaspar y Baltasar, conocidos como los tres Reyes magos. Esta festividad se vive de manera especial en México, cuando el 6 de enero en la mañana los niños reciben juguetes de los magos de oriente recordando el oro, el incienso y la mirra que recibió el Niño Dios, como regalo de los reyes.
En ocasiones, muchos pequeños, por problemas de salud y la imposibilidad de compartir con sus familias, no tienen la alegría de recibir un regalo para conmemorar la Epifanía de Jesús, pero gracias a la labor de Juan Miguel Hernández, Héctor Santillán e Iván Flores -tres jóvenes mexicanos, que por esta época dejan sus actividades normales para convertirse en los tres Reyes Magos-, centenas de niños hospitalizados de Ciudad de México tienen la oportunidad, además de recibir un regalo, de recobrar la esperanza y olvidar, aunque sea por un momento, el sufrimiento que viene con la enfermedad.
Tal como menciona el Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México (Siame) en un reportaje, Juan, Héctor e Iván comenzaron su noble labor inspirados por un niño que asistía con frecuencia a la Iglesia y que repentinamente dejó de asistir porque padecía de cáncer y había sido desahuciado. Héctor -como relata-, ante la imposibilidad de regalarle un juguete -y fue un poco tarde para entregárselo- toma la decisión de hacer algo por los niños enfermos.
Es así que junto a Iván y Juan, personificando a Melchor, Gaspar y Baltasar -y con la ayuda de personas que generosamente donan juguetes-, los tres jóvenes días antes del 6 de enero, y sin importar las largas jornadas y el trasnocho, trabajan arduamente para seleccionar y empacar los regalos que llevan a los diferentes hospitales pediátricos de la capital mexicana.
Como expone Siame, los jóvenes «comienzan a repartir ilusiones» desde las primeras horas del 4 de enero en una vieja camioneta, con la cual realizan varios viajes, para lograr entregar el mayor número de regalos a los niños en los hospitales y quienes esperan ansiosamente la llegada de los Reyes.
«Son muchas las historia maravillosas que estos jóvenes guardan en su corazón. Recuerdan, de manera especial, la reacción de un niño en coma que comenzó a dar signos de vida cuando las enfermeras le susurraban al oído que los Reyes Magos estaban en la habitación -como señala Héctor-; los monitores y los aparatos no dejaban de sonar y lo más asombroso fue ver que el niño se emocionó a pesar de su situación», relata Siame.
La iniciativa, también ha sido gratificante para los mismos jóvenes quienes al ser, por pocos días, los Reyes magos han aprendido sobre el valor de la caridad, la humildad y el servicio.
Gaudium Press / Sonia Trujillo
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