La Esgrima

Bogotá (Viernes, 07-01-2011, Gaudium Press) Esgrimir una espada para defensa del honor ultrajado ha sido un lance de caballeros no solo en Occidente sino también en otras culturas del mundo, aunque deplorablemente deformado en los siglos XVIII y XIX cuando los duelistas llegaron a batirse por las cosas más baladís e incluso ridículas, consecuencia del romanticismo que infectó las relaciones humanas por aquellos tiempos.

Foto: Dani Arnanz Sánchez

Sin embargo haber convertido la esgrima en todo un arte y extenuante práctica deportiva de olimpiadas mundiales, solamente nuestra cultura logró conseguirlo con un refinamiento y categoría altamente formativo para quienes la practican o la disfrutan como entendidos espectadores.

Comenzando por las armas (florete, sable y espada), pasando por los movimientos de ataque y defensa, llegando al reglamento estricto y muy bien elaborado, la esgrima es hoy día uno de los deportes más completos que se practican en el mundo, donde intervienen de forma extrema casi todos los músculos del cuerpo humano. Conserva algo de la hidalguía y el señorío en el saludo inicial de los contrincantes, la pureza de intención con el color blanco del traje de combate, la elegancia en algunos de sus movimientos de muñeca, de osadía y sana temeridad en ataques a fondo y en las paradas con el arma.

El arma deportiva, más compleja de lo que aparenta, es la heredera de aquella que tanta historia escribió en defensa de causas justas, que es la verdadera razón por la cual se le debe ponderar. Consta de puño, cazoleta y hoja que por su vez se divide en tres tercios: uno para el ataque, el de la mitad para enredar el arma contraria y la parte próxima a la guarnición para detener los golpes.

Los golpes con espada valen en todo el cuerpo y se hace con la punta. Los del sable con el filo solamente y en el tronco y los brazos. Los del florete solamente son válidos con la punta en el pecho y el abdomen.

Hoy día la tecnología ha desarrollado mayor seguridad para practicar la esgrima, y el combate se centra en conseguir que el contacto del arma en la parte permitida del cuerpo del contrincante, haga encender un bombillo que indica el «touché».

Se trata de un deporte que evoca la leyenda y la epopeya, al tiempo que ejercita y realiza al deportista verdaderamente entusiasmado por ese tipo de competencias, donde no entra el frenesí desordenado e intemperante pese a que últimamente han ido apareciendo en las competencias jóvenes un tanto desequilibrados en la práctica, probablemente por falta de maestros serenos y firmes en la instrucción. Sin embargo, mientras se siga enseñando esgrima conservando todo su legado histórico, tendremos un deporte sano, inteligente y sobre todo épico para disfrutar con atención y emoción sin perturbar el ánimo y la paz de espíritu de la juventud contemporánea.