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Medellín (Viernes, 11-02-2011, Gaudium Press) Con la visita que realizó el Papa Juan Pablo II a Colombia, hace ya casi 25 años -el vigésimo quinto aniversario se celebrará en el mes de julio-, son muchos los recuerdos que quedaron grabados en los corazones de los colombianos, pero hay uno en particular que marcó la vida de Carlos Ignacio Suárez García, sacerdote benedictino colombiano: en 1986 fue ordenado sacerdote de manos de quien próximamente será beatificado en Roma.
«Fue algo providencial, pues coincidió la venida del Papa a Colombia -algo tan poco común- con la terminación de mis estudios y mi formación monástica, que marcaban el momento apropiado para mi consagración como presbítero», dijo el sacerdote a Gaudium Press, sobre el instante histórico que vivió.
El Padre Carlos Ignacio, también describió el momento en que se hizo sacerdote en manos del Papa placo cuando visitó la ciudad de Medellín. Este instante quedó inmortalizado en una fotografía. «Si se observa la foto de la imposición de las manos, se nota la profunda unción del Papa. Un amigo mío decía charlando que Juan Pablo estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano para hacer que el Espíritu Santo penetrara en una cabeza tan dura como la mía -recuerda, con humor, el sacerdote-. Lo que yo si podría decir es que de él emanaba una fuerza extraordinaria».
Sobre la visita de Juan Pablo II a Colombia hace 25 años, también dijo que fue «un acontecimiento extraordinario que renovó la fe y la esperanza», no sólo para él, sino para todos los colombianos.
Igualmente, hizo referencia sobre lo que significa para él la próxima beatificación de quien lo consagró como presbítero: «La beatificación de Juan Pablo, además de una inmensa alegría por el reconocimiento que significa de sus grande virtudes (…), me produce un sentimiento de incapacidad para estar a la altura del compromiso tan serio que implica el haber sido ‘tocado’, tan de cerca, por un santo».
En su visita a Colombia -que ocurrió del 1º al 8 de julio de 1986- el Papa Juan Pablo II visitó 11 ciudades, entre ellas Bogotá, Medellín, Chiquinquirá, Cali, Bucaramanga y Cartagena.
De ingeniero químico y Maestro Cervecero a monje ermitaño
El Padre Carlos Ignacio, quien dice decidió ser sacerdote gracias a la formación religiosa que recibió en el hogar (sus padres fueron muy respetuosos de la Iglesia y siempre le inculcaron una gran devoción), antes de su formación sacerdotal estudió Ingeniería Química de la Universidad Pontificia Bolivariana (UPB) de Medellín, se hizo Maestro Cervecero y fue jefe de control de calidad en una empresa de ese ramo.
Más adelante, al encaminar su vida a la opción religiosa, estudió teología y filosofía en la UPB y en la Pontificia Universidad Javeriana, en Bogotá. También cursó un máster en teología monástica en la Universidad de St. John’s, en Minnesota, Estados Unidos, y un doctorado nuevamente en la UPB.
Además de la oración y la contemplación, «que es lo esencial en la vida de un monje benedictino», como relata, el Padre Carlos Ignacio ha trabajado como profesor, capellán y administrador del Colegio San Carlos de Bogotá, así como el Colegio Benedictino de Medellín, del cual también fue rector.
En Medellín, ha colaborado en el trabajo pastoral en las Parroquias de Laureles, Villa Hermosa, La Mota y Belén. Actualmente vive como monje ermitaño en la Emita de las Mercedes, situada en San Jerónimo en el departamento colombiano de Antioquia.
Gaudium Press / Sonia Trujillo
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