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Ciudad de México (Lunes, 21-02-2011, Gaudium Press) En el Museo Soumaya – Fundación Carlos Slim -sede de Plaza Loreto en ciudad de México-, se está desarrollando la exposición temporal «Corazón Sagrado», que consta de 110 obras entre óleos, relicarios, mobiliarios, láminas, reliquias, estampas, devocionarios y libros del Centro de Estudios de Historia de México Carso, las cuales expresan las diversas manifestaciones de devoción que en los tiempos del virreinato se dirigían al Sagrado Corazón de Jesús y al Corazón de María.
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‘Alegorías del Sagrado Corazón de Jesús y la Sma. Trinidad’ – Foto: www.museosoumaya.org |
La exposición sobre los Sagrados Corazones en el arte novohispano tuvo un momento auge el pasado día 2 de febrero, en la disertación que sobre el tema «El Corazón entre la mística y el arte – Una interpretación actual» realizó el Padre José Gerardo Herrera Alcalá, presidente de la Sociedad Mexicana de Historia Eclesiástica. Junto al Padre Herrera intervino también el P. Jaime Barajas, de la Orden de San Agustín, profundizado en el mismo tópico.
De las obras exhibidas se destacan, entre muchas otras, el óleo ‘Alegoría del Sagrado Corazón de Jesús y la Santísima Trinidad’ de Fray Miguel de Herrera; ‘Alegoría del Sagrado Corazón de Jesús’ del célebre José de Páez; y ‘La Virgen de la Luz con un donante’ de José Joaquín Magón. Estas obras, que tratan sobre el triunfo del Corazón de Cristo sobre los corazones de los hombres arrepentidos, pertenecen a la colección de Daniel Liebsohn.
La exposición ‘Corazón Sagrado’ ya se ha exhibido en Zacatecas, Nuevo León y Coahuila.
San Claudio de la Colombière y el Sagrado Corazón de Jesús
La misión más alta del jesuita Claudio de la Colombière fue la de participar, por designio de Jesús mismo, en la llamada «Gran Revelación» hecha a Santa Margarita María de Alacoque, un día de la Octava de Corpus Christi de 1675 cuando estaba rezando ante el Santísimo Sacramento: la difusión de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, así como la institución de su fiesta y de la consagración reparadora.
Así transcribía la santa francesa las célebres palabras pronunciadas por nuestro Señor, mientras le mostraba su divino Corazón: «He aquí este Corazón que tanto ha amado a los hombres, que no ha escatimado nada hasta agotarse y consumirse para manifestarles su amor; y en reconocimiento yo no recibo de la mayor parte sino ingratitudes, desprecios, irreverencias, sacrilegios y frialdades que tienen para conmigo en este Sacramento de amor. Y lo que es todavía más repugnante es que son corazones que me están consagrados».
A continuación el Señor le pidió que el primer viernes después de la Octava de Corpus Christi fuese consagrado como fiesta especial para honrar a su Corazón, mediante un acto público de desagravio y comunión reparadora. Añadió la promesa formal de conceder copiosos favores espirituales a quien practicase dicha devoción.
La religiosa había alegado su indignidad e incapacidad para realizar esa misión y recibió esta respuesta: «Dirígete a mi siervo [el P. La Colombière] y dile de mi parte que haga todo lo posible para establecer esta devoción y dar ese gusto a mi divino Corazón, que no se desanime por las dificultades que encontrará, que no le faltarán; mas debe saber que es todopoderoso aquel que desconfía enteramente de sí mismo para confiar únicamente en mí».
De manera que el viernes siguiente San Claudio, Santa Margarita y la comunidad de la Visitación de Paray-le- Monial celebraron por primera vez la Fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, consagrándose enteramente a Él.
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