Hay que llamar las cosas por su nombre: el aborto es aborto, dijo Arzobispo de La Plata

Buenos Aires (Miércoles, 09-03-2011, Gaudium Press) «En el caso del aborto se percibe la difusión de una terminología ambigua como la de ‘interrupción del embarazo’ que tiende a ocultar su verdadera naturaleza y a atenuar su gravedad en la opinión pública», expresó Mons. Héctor Aguer, arzobispo de la Plata, Argentina, en su alocución semanal televisiva. Las declaraciones del prelado se dan en el marco de la declaración hecha por el episcopado argentino, de este 2011 como Año de la Vida. Este año está «dedicado a profundizar en nuestra conciencia acerca de la dignidad y el valor de la vida humana en toda circunstancia desde la concepción hasta la muerte natural», declaró el Arzobispo Argentino.

Mons. Héctor Aguer

El fenómeno lingüístico de buscar eufemismos «sea síntoma de un malestar de las conciencias -continuó Mons. Aguer, pero ninguna palabra puede cambiar la realidad de las cosas. El aborto procurado es la eliminación deliberada y directa, como quiera que se realice, de un ser humano en la fase inicial de su existencia, que va de la concepción al nacimiento».

«Ante una situación tan grave se requiere más que nunca el valor de mirar de frente a la verdad y de llamar a las cosas por su nombre sin ceder a compromisos de conveniencia o a la tentación de autoengaño», advirtió.

En este sentido, Mons. Aguer insistió en que «es una tradición del pensamiento cristiano» no sólo «exponer la verdad [sino] también hay que identificar y refutar los errores. Por eso hablando de la vida tenemos que pensar también cómo se ha ido eclipsando el sentido auténtico de la vida humana». El Papa convoca a los cristianos a «¡llamar a las cosas por su nombre!», porque es «el lenguaje del Evangelio. Cuando es sí, decir sí, y cuando es no, decir no».

Llamar a las cosas por su nombre implica también «tener una clara conciencia de lo que significa el aborto, la eutanasia, la desnutrición infantil, la miseria en la que se ven hundidas tantas familias, las condiciones serviles de trabajo, el abandono y la angustia de la mujer embarazada que ha quedado sola, y tantas otras circunstancias terribles que amenazan la vida o vulneran la dignidad de la persona humana», expresó el prelado.

Con información de Aica