lunes, 25 de noviembre de 2024
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"Que yo muera dando vida": la maravillosa historia de una madre que no quiso dejar de serlo

Bogotá (Miércoles, 16-03-2011, Gaudium Press)

Reproducimos a continuación la maravillosa historia enviada por el P. Pedro Nel Delgado Quintero, Misionero Vicentino en Colombia, de la cuál él es también protagonista:

Era el año de 1941. Una Señora, cuyo nombre diremos al final del relato y que hacía un año se había casado, fue a visitar al médico del pueblo, pues sentía algunas molestias y sobretodo, se cansaba demasiado con cualquier ejercicio que hacía.

El médico le dijo:

«Señora usted está en embarazo».

A lo cual la Señora respondió:

«Me alegro mucho, es maravilloso, voy a ser madre.»

Pero el médico le replicó:

«No Señora, no es maravilloso, usted tiene que abortar, porque está en grave peligro de muerte, usted tiene una cardiopatía muy grave, su corazón es el más débil que yo conozca y es muy posible que durante el embarazo usted se muera y si no fallece durante el embarazo, se muere en el momento del parto.»

La Señora preguntó:

«¿Y qué posibilidades hay de que llegue al momento del parto y la criatura se salve?».

El doctor le respondió:

«Muy pocas; si usted no se muere durante el embarazo y llega al momento del parto, es posible que salvemos la criatura mediante una operación de cesárea, pero usted morirá, porque su corazón tan débil no resiste un parto natural, ni la anestesia para una cesárea».

Entonces la Señora respondió:

! CORRO EL RIESGO; QUE YO MUERA DANDO VIDA ¡

La Señora llegó a su casa y le contó a su esposo y a sus padres, lo que le había dicho el médico y la decisión tomada. Todos se pusieron muy tristes y preocupados, no era para menos, ¡Que angustia tan grande ¡ Una vida que se gestaba, pero con un grave riesgo de muerte para el bebé y para la madre.

La Señora le dijo a su esposo, quien además de tener un almacén era un artista aficionado:

Perpetuo Socorro.jpg«Píntame el cuadro de La Virgen del Perpetuo Socorro, La Madre de Dios me alcanzará el milagro que nuestro hijo nazca bien.»

Y el esposo, en su almacén, en los momentos libres, pintaba al óleo, con mucha inspiración, el cuadro de La Santísima Virgen, mientras la esposa y madre oraba con mucha fe.

Durante el embarazo, se puso enfermísima: El corazón no le funcionaba bien, los riñones tampoco, retenía líquidos. Se hinchó tanto que le tenían que dar azotes con ramas de ortiga, para que sudara y así eliminar líquidos. Debió guardar quietud absoluta.

Un día le dijo a su esposo: «No le des ni una pincelada más al cuadro de La Virgen, está perfecta». Le había pintado los ojos húmedos, antes de llorar, pero con una mirada muy triste, mientras el Niño Jesús miraba a los ángeles que sostenían los instrumentos de la pasión. Hizo bendecir el cuadro y que le aplicaran la unción de los enfermos y recibía la Sagrada Comunión todos los días. La oración era continua.

Llegó el día del parto y el médico no se encontraba ese día en el pueblo, se había ido a la capital, la asistió una partera.

«Pónganme el cuadro de la Virgen al frente, que yo me muera mirando su rostro, entonen el Santo Rosario», dijo la madre y mientras en la casa se rezaba a la Santísima Virgen, dio a luz una preciosa niña a quien luego pusieron por nombre Marta. La madre no murió.

Cuando regresó el médico al pueblo y se enteró del feliz suceso, fue a felicitar a la nueva madre y le dijo:

«El Señor le ha hecho el milagro por medio de La Santísima Virgen, ahora entonces hagamos la ligazón de las trompas para que no vuelva a quedar en embarazo. A lo cual la nueva y feliz madre respondió:

«Si el Señor ha hecho el milagro una vez, lo hará de nuevo y si me muero, muero dando vida.»

El médico le dijo:

«¡Pero Señora eso es tentar a Dios y es una irresponsabilidad muy grande, puede dejar a esta niña huérfana¡»

Ella le respondió:

«Dios sabrá lo que tiene que hacer y si me muero, la niña tendrá quien la cuide. Moriré dando vida.»

A los dos años, la Señora volvió a quedar en embarazo y se presentaron las mismas dificultades: el corazón muy débil, retención de líquidos, los riñones no funcionaban. Quietud absoluta. Oración continua.

«Pónganme el cuadro de La Santísima Virgen al frente, que yo muera mirando su rostro, canten, recen el Santo Rosario.»

Esta vez el medico estaba presente. Y la Señora dio a luz otra preciosa niña a quien pusieron por nombre Agnes.

Así, la Señora tuvo luego otros tres hijos, dos varones, Jorge y Pedro y una niña, Nora. Siempre embarazos dificilísimos y siempre orando y mirando la imagen de «La Virgen del Buen Parto», como ella la llamaba. Murió a la edad de cincuenta y cuatro años, de un infarto, si, pero no en un parto, su última hija, Nora, tenía doce años de edad. De los cinco hijos que esta santa madre tuvo, uno de ellos es Sacerdote, ese soy yo, Padre Pedro Nel Delgado Quintero, Misionero Vicentino.

Mi madre, una mujer de oración y caridad, se llama Laura, está en el cielo gozando de La Vida Eterna y del Autor de la Vida, en compañía de sus padres, de su esposo, de mi hermano Jorge, quien después de una vida santa y de formar una linda familia, a la edad de cincuenta y siete años se fue para el cielo como si mirara Al Invisible, nos enseñó a vivir y a morir.

Mi madre fue una mujer de oración y caridad.

Nátaga, Huila, 3 de Febrero del 2009.

 

 

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