Redacción (Jueves, 24-03-2011, Gaudium Press) Quien considera el orden del universo no puede dejar de decir una palabra sobre el papel de los ángeles en la manutención del orden creado por Dios; igualmente, no puede dejar de analizar el papel del ángel de la guarda en su constante acción sobre cada hombre en particular.
Evidentemente, Dios con su poder infinito, no necesitaría del auxilio de los ángeles para mantener el orden de la creación por Él establecida; sin embargo, es innegable que su poder tiene un colorido de especial belleza porque es ejercido a través de toda una jerarquía de seres espirituales, pues cuanto más es el número de intermediarios y de funciones, tanto más Dios puede manifestar su gloria.
¿Cómo los ángeles ejercen sus funciones en relación con el orden del universo?
Mons. Vornier, en su interesantísima obra «Les Anges» (Los Ángeles), basada en Santo Tomás, nos enseña que el mundo físico está totalmente confiado a la guardia de los ángeles.
Afirma él, en entero acuerdo con la mayoría de los comentadores de Santo Tomás, que el universo se mantiene ordenado porque está asistido por ángeles ordenadores. Así, el inmensurable número de astros que circulan continuamente en los espacios celestes, obedecen a leyes establecidas por Dios, entretanto, estas leyes son continuamente tuteladas por guardianes celestes, porque Él, en su finita sabiduría, así lo quiso (Vornier, 1938, p. 54).
Está muy de acuerdo con la arquitectura y la belleza que Dios coloca en todo lo que hace, esta consideración sobre el papel de los ángeles en la regencia y en la conservación del orden universal.
Nos conforta saber -y es muy conforme a la naturaleza humana- que el universo esté regido por tal estructura. Aunque Dios, a rigor, no necesite de otros seres para gobernar y ordenar, Él, en su infinita sabiduría, determinó que las cosas así fuesen para que estuviesen más conforme con los planes establecidos por Él, y más de acuerdo con la naturaleza angélica y humana como Él las creó.
Santo Tomás, en la Suma Teológica, a propósito del tema, hace las siguientes consideraciones, citando los santos Padres San Agustín, Damasceno y Orígenes:
Los santos Padres, a su vez, afirmaron, como los platónicos, que cada una de las diversas cosas corpóreas está bajo la presidencia de correspondientes substancias espirituales. Así, por ejemplo, Agustín, afirma: «Cada una de las cosas visibles de este mundo es confiada a un poder angélico». -Y Damasceno dice: «El diablo formaba parte de estas potencias angélicas que presidían al orden terrestre». -Orígenes, al comentar el pasaje del libro de los Números que dice «la burra vio al ángel», dice que «el mundo precisa de ángeles que gobiernen los animales, dirijan el nacimiento de los animales, el crecimiento de los arbustos y plantaciones y de todas las otras cosas». Con todo, eso no debe ser afirmado, porque algunos ángeles están habilitados por su naturaleza a presidir a los animales, y otros a las plantas, ya que cualquier ángel, incluso el menor, tiene una potencia más elevada y más universal que un género de cosas corporales. Pero es por orden de la divina sabiduría, la cual preparó diferentes dirigentes a diferentes cosas (AQUINO, 2002, Vol. II, cuestión 110, artículo I, p. 793-794).
El orden material, alcanzable por nuestros sentidos, está, pues íntimamente ligado con el orden de los seres espirituales, orden este que solo se puede conocer por la revelación divina.
El orden del universo, para ser perfecto, exige necesariamente que todos los seres formen un solo conjunto, capaz de reflejar en sus partes y en su todo, la excelencia y la grandeza del Creador.
Todos los hombres, individualmente considerados, serán juzgados después de la muerte y recibirán un premio o un castigo eterno. El mismo no se verifica en lo que dice respecto a las naciones; como tales, ellas tienen sólo existencia terrenal, no pasarán a la eternidad. El premio o el castigo de las naciones se dan en esta tierra.
En lo que dice respecto al orden del universo, las naciones tienen un papel fundamental. La correspondencia o no correspondencia de los pueblos a la gracia divina, afecta de modo notable, en un sentido bueno o malo, la armonía que Dios -para el bien de los hombres- quiere que exista en la humanidad, y por consecuencia, en todo el conjunto del ser creado.
También, en el ámbito de las naciones está presente la acción de los ángeles, pues todas las naciones tienen un ángel protector para ayudarlas a andar en los caminos de Dios.
La Sagrada Escritura nos trae a este propósito varias ilustraciones.
Cuando llegó la ocasión, determinada por Dios, para que los judíos exiliados en Persia dejaran el cautiverio, se trabó una polémica entre los ángeles tutelares de Persia e Israel.
El ángel de Persia quería que los judíos permanecieran por más tiempo para beneficio de los persas que estarían así en contacto con la religión verdadera; el ángel de los judíos argumentaba en sentido opuesto, pues era necesario que los israelíes volvieran a la tierra que Dios les había destinado.
El profeta Daniel, en una visión, tuvo conocimiento de eso, dejando en su libro el siguiente relato:
El príncipe del reino persa se me opuso durante veintiún días; sin embargo Miguel, uno de los primeros príncipes, vino en mi auxilio. Permanecí así a lado de los reyes de Persia. Aquí estoy para hacerte comprender lo que debe suceder a tu pueblo en los últimos días; pues esta visión dice respecto a tiempos lejanos.
Por el P. Edwaldo Marques, EP
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