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Ciudad de México (Lunes, 04-04-2011, Gaudium Press) Aproximadamente unos 70.000 fieles mexicanos, entre ellos varios grupos de jóvenes presentados con la vestimenta de las tradicionales estudiantinas que abundan en el país centroamericano, y como si se tratara ya de su ceremonia de beatificación, se dieron cita el pasado sábado 2 de abril en el Estadio Azteca de Ciudad de México, para rendirle un sentido homenaje a Juan Pablo II, quien el próximo 1º de mayo será beatificado. El homenaje, que se vio engalanado con pañuelos blancos y amarillos que llevaban niños, jóvenes y adultos, coincidió justamente con el 6º aniversario del fallecimiento del Pontífice polaco.
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El Cardenal Rivera, junto a otros prelados, durante el homenaje |
«Al hacer el anuncio de su partida a la Casa del Padre, las expresiones de multitud de católicos en todo el mundo fue unánime: ¡Santo súbito!, como una convicción de que contábamos a partir de ese momento con un nuevo intercesor. Ante la noticia sobre su beatificación no podemos dejar de admirar los caminos misteriosos de la Providencia y ahora podemos afirmar que no celebramos el 6º aniversario de su fallecimiento sino de su glorificación, confirmamos que la muerte no es el fin de la vida sino el inicio de la vida verdadera. Hoy la Iglesia nos presenta a Juan Pablo II como un modelo e intercesor poderoso de buen Pastor y nos invita a seguir sus pasos y su entrega amorosa sin límites»; de esta manera el Cardenal Norberto Rivera Carrera, Arzobispo de México y Primado del país Azteca, se refirió al Papa Wojtyla ante la multitud presente en el estadio de la capital mexicana.
El purpurado, en su mensaje con ocasión de este homenaje, y haciendo un recuento de las 5 visitas que el pontífice realizó a México, recordó de manera especial porqué Juan Pablo II se llamaba a sí mismo «el Papa mexicano». «¿Por qué amaba tanto a México, por qué se llamó a sí mismo ‘el Papa mexicano’?, ¿Qué encontramos como un patrimonio espiritual que los mexicanos sentimos muy propio y que nos repitió de muchas maneras y nos marcó? Reflexionando en el conjunto de sus mensajes en las cinco visitas apostólicas con que distinguió a los mexicanos, y que tienen de alguna manera alcance continental, resalta el tema de la fidelidad», destacó el Cardenal.
El Arzobispo de México, en este sentido, explicó que Juan Pablo II describió cuatro dimensiones que involucran, justamente, el don de la fidelidad: la búsqueda, la aceptación, la coherencia, la duración. De ésta última dimensión el Cardenal expresó: «La fidelidad, que tiene su raíz en el Amor, debe expresarse en el tiempo con horizontes de eternidad. Es fácil ser coherente un día o poco tiempo, pero difícil serlo toda la vida; es fácil ser coherente en la hora de la exaltación, pero difícil serlo en la tribulación y persecución. En nuestro bautismo recibimos la luz de Cristo y nos comprometimos a ser fieles y no traicionar en las tinieblas lo que aceptamos gozosos como un don divino. Fieles a pesar de todo, hasta el fin de nuestra vida».
Frente a la multitud, el Cardenal Rivera también agradeció al Papa Benedicto XVI «el dar este regalo de la beatificación para toda la Iglesia».
Asimismo, animó a todos los mexicanos a ver en el Papa Wojtyla «un modelo de santidad, un ejemplo de fidelidad plena, un valioso intercesor por México, para que sea siempre fiel a sus raíces cristianas».
El homenaje también contó con la presencia de Christophe Pierre, Nuncio Apostólico en México, quien leyó a los miles de fieles del Estadio Azteca un mensaje enviado por el Papa Benedicto XVI, a través de su Secretario de Estado, el Cardenal Tarciso Bertone, con ocasión del este homenaje a Juan Pablo II.
Con información del Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México (SIAME).
Gaudium Press / Sonia Trujillo
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