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"Ejercicios cuaresmales propician conquistas que no se alcanzan por otros caminos", afirma arzobispo de Belo Horizonte, en Brasil

Belo Horizonte (Lunes, 11-04-2011, Gaudium Press) En medio de un período de gran importancia para la Iglesia Católica, el arzobispo de Belo Horizonte, en Brasil, Mons. Walmor Oliveira de Azevedo, dedicó su artículo de esta semana a los ejercicios cuaresmales, conjunto de actos que preparan el camino para la celebración de la Pascua. «Son riquezas de un camino que constituyen una de las páginas insubstituibles en la cualificación de la vida de todos», destaca, inicialmente.

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Mons. Walmor Oliveira de Azevedo

Conforme el prelado, ejercicios como los cuaresmales, que conquistan la salud del cuerpo, son indispensables. Con todo, para el prelado, salud no es sólo condición física, sino también interioridad. «La interioridad es la columna maestra que la sustenta; una coordinación articulada de energías y constitución de vínculo y ligaciones que abre la vida a la transcendencia, al infinito del amor de Dios», afirma el prelado.

Según Mons. Walmor, los ejercicios cuaresmales, en la medida en que son seguidos y vividos, propician conquistas que no se alcanzan por otros caminos. «Especial mención merece la búsqueda de la propia identidad y de los valores personales, pues ella alimenta la consistencia indispensable como constitución de la fuente que sustenta el vivir cada día y no permite perder el rumbo de la vida», sentencia.

Para corroborar sus argumentos, el arzobispo de Belo Horizonte hace mención al Sermón de la Montaña, tal como relata el evangelista Mateo en los capítulos 5 y 7. Pues, en este pasaje, conforme Mons. Walmor, Jesús enseña a sus discípulos reglas de oro en vista de una vida calificada y vivida con gusto y provecho. Reglas que dicen respecto a la limosna, como signo del compromiso con la vida de todos.

Forma parte también de las prácticas establecidas por Jesucristo, expresa el obispo, el ayuno. «Ciertamente parece obsoleta esta actitud, en un tiempo de tanta abundancia, de desperdicios, contrastando con un mundo de por lo menos un millón de millones de hambrientos», dijo. Entretanto, «Ayunar es un ejercicio de corrección de costumbres y hábitos que nos llevan a tratar el alimento con respeto, nos motiva a repartir nuestro bocado con quien tiene hambre, superando la gula que despersonaliza y fomenta irracionalidades», declara.

La práctica de la oración también es destacada por el prelado como un hábito perteneciente a los ejercicios cuaresmales, que enriquece la vida y califica la existencia. Conforme Mons. Walmor, la oración ya fue considerada por algunos como un hábito algo sentimental. Entretanto, «aperturas e intereses por milenarias prácticas meditativas son señales de que la cultura occidental precisa y puede volver a los tesoros de su herencia cristiana de modo a entenderla, como en el decir de un autor del siglo IV: ‘la oración es la luz del alma'», concluye.

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