Ciudad de México (Martes, 03-05-2011, Gaudium Press) Las principales confesiones cristianas de México han expedido un comunicado, en el que condenan fuertemente la agresión ocurrida en la Catedral de México el 24 de abril pasado, cuando un grupo de 7 personas interrumpió la liturgia del Domingo de Pascua, que era celebrada por el Arzobispo Primado de México, Cardenal Norberto Rivera Carrera. Hechos similares a ese han ocurrido en más de 20 ocasiones, desde el año 2006, sin que hayan tenido consecuencias legales.
Cardenal Rivera |
Según expresa el comunicado, los firmantes lamentan que no exista un marco jurídico que permita ejercer acción punitiva contra quienes cometen este tipo de atropellos, lo cual provoca que los espacios de culto se encuentren en total estado de indefensión. En el comunicado, se manifiesta también la solidaridad con el Cardenal Rivera.
«El Estado debe establecer con claridad los alcances de la libertad de expresión para que no queden impunes aquellas acciones detrás de las cuales existe una intensión perversa y premeditada de ofender o dañar las creencias y los sentimientos religiosos de las personas, en miras a una verdadera libertad religiosa en el país», expresan los firmantes.
Las confesiones cristianas afirman su unión en la defensa de los principios básicos de la sana convivencia, «así como los valores religiosos y morales que prevalecen en nuestras doctrinas, por lo que cualquier ofensa o intromisión a un recinto de culto, será considerado una agresión a todas las Iglesias en su conjunto».
Asimismo, manifestando su respeto a las normas vigentes, apelaron «a la conciencia de las autoridades para que estas mismas ordenanzas consideren al ser humano en toda su integridad -cuerpo y espíritu-, sobre todo en este país en el que la inmensa mayoría somos cristianos y buscamos la perfección de nuestra existencia según las leyes de Dios».
Papel del Estado con respecto al desarrollo espiritual de los ciudadanos
Agregan también que «si el Estado busca procurar el bienestar integral de sus gobernados debe esforzarse no sólo por atender las necesidades corporales de los mismos, sino en brindar garantías necesarias para su desarrollo espiritual, sobre todo las condiciones de seguridad y respeto para que todas las personas puedan profesar sus creencias sin amenazas externas o leyes coercitivas».
Bajo este principio, puntualizaron, «no basta que el Estado avale la libertad de culto de sus ciudadanos, sino que debe propiciar y garantizar una verdadera libertad religiosa, la cual aún no vemos plasmada en las leyes; una libertad que por ningún motivo debe quedar al margen de nuestra Carta Magna, ya que no se trata de una concesión benévola, sino de un derecho fundamental».
De esto depende «en buena parte, la paz y la tranquilidad» de millones de mexicanos, y «Pedimos al Padre de los Cielos dé Luz a nuestras autoridades para que hagamos de nuestro México un país de justicia, amor y paz» , concluyeron.
Aparecen como firmantes el Secretario General de la Conferencia Episcopal Mexicana, un representante de la Iglesia Católica Apostólica Ortodoxa Antioquena, un representante de la Iglesia Católica Apostólica Ortodoxa Griega, de la Ortodoxa Rusa, de la Iglesia Católica Apostólica Anglicana en México y de la Iglesia Luterana de México, entre varios otros.
Con información del SIAME
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