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La tela de la vida

Redacción (Lunes, 30-05-2011, Gaudium Press) Una noche, yendo a tomar agua en el monasterio donde vivo, percibí que había en un rincón, donde ocurre la unión de dos paredes con el techo, algo un poco diferente. Esta habitación de la casa carece de brillo, siendo su iluminación hecha a través de un candelabro, cuya luz se proyecta directamente en esta unión de paredes. Por tratarse de una región cercada de abundantes árboles y densa vegetación, muchos mosquitos fueron atraídos por aquel foco de luz en plena oscuridad salvaje, haciendo de aquel rincón una verdadera colección biológica.

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Foto: Bill Bumgarner

Sin embargo, los mosquitos no fueron los únicos en sacar ventaja de la situación. Una pequeñita araña percibió todo el movimiento de insectos en aquel lugar y ciertamente vio allí una rica fuente de alimentación. Durante el día había tejido maravillosamente su tela, mostrándose buena conocedora de las leyes arquitectónicas.

Una distraída mosca tuvo su vuelo interceptado por las fuertes, pero casi imperceptibles telas. Presa, y sin saber cómo liberarse, la mosca movía las alas desesperadamente, sin darse cuenta que cuanto más intentaba salir de la tela, más quedaba envuelta por aquella situación. La araña, que miraba la escena discretamente, rápida se lanzó al trabajo. Midiendo sólo la mitad del tamaño de la mosca, enlazó las alas de ella con una agilidad única. En pocos minutos la mosca estaba completamente inmovilizada y sería largamente apreciada por la araña durante sus refecciones. Triste fin para aquel insecto que buscaba la luz en medio de la madrugada…

Este hecho, aparentemente sin importancia, hizo despertar un pensamiento religioso. Dios había permitido aquella «tragedia», ciertamente tenía un mensaje para transmitir en este ciclo natural de la cadena alimenticia.

Los insectos buscaron aquella luz reflejada en la pared por causa de algún instinto natural, pero nosotros buscamos la luz de la salvación eterna para la cual fuimos creados. Esta luz nos atrae, pues sabemos que fuimos hechos para ella y solamente buscándola seremos felices. Entretanto, ¿cuántas y cuántas veces la vida no nos presenta telas en las cuales nos vemos presos?

A veces se trata de problemas familiares, o tal vez sean los conflictos en el trabajo. Problemas y más problemas circundan nuestro día a día y, si no tomamos cuidado, corremos el riesgo de prendernos en ellos de forma que ya no sabremos más salir de esas telas. Cuando esto sucede, el demonio, que antes no tenía tanto poder sobre nosotros, percibe el momento propicio de terminar de envolvernos en estos problemas, y el resultado nosotros ya sabemos cuál es…

Por tanto, para no entrar en las telas de la vida, es necesario nunca olvidarnos que nuestra vocación de cristiano es la santidad, pues sólo ella podrá conducirnos a esta luz maravillosa de la visión beatífica. Y nada mejor que rezar a Nuestra Señora, pues aún cuando estemos completamente envueltos por todas las telas de la vida, Ella conseguirá liberarnos y nos reconducirá al buen camino, el camino de la luz…

Por Thiago de Oliveira Geraldo 

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