Washington (Jueves, 02-06-2011, Gaudium Press) En su próxima asamblea general, a realizarse entre el 15 y el 17 de junio en Seattle, los obispos americanos analizarán un proyecto de declaración sobre el llamado ‘suicidio asistido’, dado el impulso que recientemente se ha querido dar al tema en las agendas legislativas de algunos de los estados de la unión.
«Después de años de relativa inactividad tras la legalización del suicidio asistido en Oregón en 1994, el movimiento del suicidio asistido ha mostrado un fuerte resurgimiento de su actividad», expresó el cardenal Daniel DiNardo, arzobispo de Galveston-Houston y presidente del Comité de la Conferencia Episcopal americana para Actividades Pro-Vida. «Este esfuerzo renovado ha llevado a la aprobación en Washington de una ley al estilo de la de Oregón -por referéndum popular en noviembre de 2008-, a una decisión de la corte suprema estatal de Montana esencialmente declarando que el suicidio asistido no está en contra de las políticas públicas en ese estado, y a esfuerzos concertados para aprobar la legislación en varios estados de Nueva Inglaterra y del Oeste. La Iglesia debe responder de manera oportuna y visible a este nuevo reto, que seguramente persistirá en varios estados en los próximos años». continuó.
Las líneas rectrices del proyecto de declaración que estudiará la Conferencia Episcopal americana en su próxima reunión serán: Las dificultades y miedos que enfrentan los pacientes en estado terminal; la preocupación de la Iglesia con quienes sienten la tentación del suicidio; la oposición de la Iglesia al suicidio asistido por un médico; la importancia de los cuidados paliativos en la afirmación de la vida; los principios éticos de la profesión médica; y los iguales e inherentes derechos de todos los seres humanos.
En sentido contrario a los postulados del movimiento pro-suicidio asistido -que dice respetar las ‘opciones’ de los pacientes en estado terminal, y que habla de una ‘compasión’ con este tipo de enfermos- el documento que se estudiará en la próxima reunión de los obispos de los EE.UU. expresa que el suicidio asistido no promueve la compasión verdadera, pues su foco no es eliminar el sufrimiento sino eliminar el paciente. La verdadera compasión, declara el documento, se vuelca sobre las necesidades de los pacientes y supone un compromiso con el valor de la persona sufriente. Asimismo, allí se afirma que ‘compasión’ que no esté enraizada en el respeto de la vida humana, va encontrando que cada vez más personas son candidatos para la muerte asistida, tales como quienes padecen no ya de enfermedades terminales sino crónicas, y otras personas con deficiencias permanentes.
Asimismo -y también en contra de quienes promueven el suicidio asistido alegando la capacidad de ‘escogencia’ de los enfermos- el documento que se estudiará expresa que la práctica del suicidio asistido realmente mina la libertad de los pacientes pues aumenta la presión de ellos, en el momento en que una sociedad declara de manera oficial que el suicidio de ciertas personas es bueno y aceptable. Minando el valor de algunas vidas humanas mina también el respeto por su libertad, tal como ha ocurrido en Holanda, donde del suicidio voluntario se ha pasado a la eutanasia involuntaria.
La permisión del suicidio asistido también afecta la atención en cuidados paliativos de los enfermos, pues con frecuencia se constituye en excusa para negar mejores cuidados médicos a personas seriamente enfermas.
Con información del Secretariado Pro-Vida de la Conferencia Episcopal Americana
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