Ciudad de México (Jueves, 09-06-2011, Gaudium Press) Si se trasladase el proceso que condenó a Cristo al México de hoy, con sus actuales leyes, los condenadores del Señor habrían cometido 42 violaciones constitucionales y 54 delitos. Y todo ello en contra de un solo individuo y en muy pocas horas, desde su aprensión en el Huerto de los Olivos hasta la crucifixión en el Gólgota.
Jesús Flagelado, Innsbruck (Alemania) Foto: Diego R. Lizcano |
Es lo que se afirma en la investigación realizada por José Elías Romero Apis, egresado de la Universidad Autónoma de México, y quien se ha desempeñado siete veces como subprocurador de justicia, tanto a nivel federal como en la capital del país azteca.
Romero Apis expone los frutos de su investigación en la obra «El Proceso de Cristo», que cuenta con un prólogo del Cardenal Norberto Rivera Carrera. La obra es producida por Editorial Porrúa, y requirió consultas en bibliotecas especializadas de Washington, Jerusalén y Roma.
En «El Proceso de Cristo», el juicio del Señor es analizado en casi 300 páginas bajo la óptica del sistema jurídico mexicano: el Derecho Constitucional, el Código Penal Federal, el Código Federal de Procedimientos Penales, el Código de Justicia Militar y otras leyes secundarias, además de referencias de importantes juristas.
Algunos de los delitos cometidos en el proceso de Cristo, según las leyes de México de hoy, son el haber atentado contra la libertad de manifestar sus ideas, la de reunión, incumplimiento de formalidades procesales, la de no haber sido aprehendido sin mandamiento por escrito y sin orden judicial, la libertad para no declarar, el desahogo de careo, evasión de presos, coalición de servidores públicos, abuso de autoridad, entorpecimiento malicioso del proceso, asociación delictuosa, lesiones calificadas, robo, asesinato, entre otros. Las penas acumuladas correspondientes a esos delitos sumarían alrededor de 1000 años de prisión.
En el proceso de Cristo se violaron tres principios elementales: la dignidad en el trato; la inmediación, es decir, el hecho de que el juez conociera por vía directa las circunstancias y pormenores de ambas partes y, finalmente, la equidad procesal.
En el prólogo de «El Proceso de Cristo», el Cardenal Rivera, Primado de México, hace votos para que «el Señor infunda deseos de justicia en todos, tanto en los ciudadanos como en los jueces y gobernantes», y advierte que «manipulando la realidad podremos librarnos del juicio humano y salir absueltos, pero no podremos evitar la comparecencia ante el Señor de la vida».
Romero Apis también analiza el proceso de acuerdo a las leyes vigentes en Roma y en el pueblo de Israel hace 2000 años.
Con información del Siame.
Deje su Comentario