San Pablo (Jueves, 09-06-2011, Gaudium Press) La Arquidiócesis de San Pablo conmemoró ayer con una misa especial a las 18:00 horas, en la Catedral de la Sede, el día del Beato José Anchieta, el «Apóstol de Brasil». El arzobispo de San Pablo, Cardenal Mons. Odilo Pedro Scherer, recién electo presidente de la Regional Sur 1 (que abarca el estado de San Pablo) de la Conferencia Nacional de Obispos del Brasil (CNBB), presidió la ceremonia.
Cardenal Odilo Scherer |
Según expresó el Cardenal Scherer, el homenaje realizado al beato tiene un motivo noble, debido a los lazos que unen a Anchieta con San Pablo. Para el cardenal, se trata de una alegría saber que la ciudad nació de una misión religiosa en medio de indígenas, que después se expandió para acompañar a los inmigrantes y colonizadores, es verdad, pero que «nació en medio de una misión y por misioneros, como el beato Padre Anchieta».
Según el arzobispo, la Arquidiócesis de San Pablo está divulgando la devoción de los fieles al Beato Anchieta y espera que un día él sea canonizado por la Santa Sede. «Por eso es para nosotros un motivo de mucha alegría y estímulo misionero celebrarlo», declaró.
El Beato Padre Anchieta
Nacido en San Cristóbal de la Laguna, en la Isla de Tenerife, España, en 1534, José Anchieta fue enviado por el padre, a los 14 años, a la Universidad de Coimbra, en Portugal, para que perfeccionase su latín y cursase otras ciencias. Para que su formación fuese más completa, entró a las escuelas de la Compañía de Jesús, tornándose, en poco tiempo, uno de sus integrantes.
A los 19 años, muy enfermo de tuberculosis óseo-articular, Anchieta partió con destino a tierras brasileñas, que eran tenidas en la época como una especie de «sanatorio» para personas acometidas de tuberculosis, viruela y otras enfermedades contagiosas. En 1553, el beato llegó al Brasil, y, ya mucho mejor de su enfermedad, pasó, junto con los demás miembros de la Compañía, a su tarea principal: evangelizar a los indios.
Habiendo desde temprano demostrado extrema facilidad de aprender lenguas, el Padre Anchieta fue llamado, en 1663, por otro sacerdote jesuita, Padre Manuel da Nóbrega, para intervenir en un conflicto entre indios tamoios y colonizadores portugueses, en el territorio de Ubatuba. La participación de Anchieta fue extremamente feliz y la paz fue instaurada en la región. El sacerdote y los indios locales acabaron creando lazos de amistad.
Así como en este episodio, la participación de Anchieta en la propagación de la fe católica en Brasil obtuvo éxito en casi todas las regiones donde se estableció. Más allá de la difusión del evangelio, el sacerdote jesuita fue responsable también por la apertura de caminos, que más tarde se transformarían en estradas, que contribuirían para la unificación del país.
Anchieta también fue responsable por el lanzamiento de los fundamentos de la catequesis y educación de los jesuitas en Brasil y comenzó a revertir el cuadro iniciado desde el descubrimiento, donde que los nativos eran vistos solo como propiedad de la Corona y, como tal, pasibles de ser esclavizados.
El Patio del Colegio, edificación que dio origen a la ciudad de San Pablo, fue fundado por los jesuitas en 1554, un año después de Anchieta haber desembarcado en suelo brasileño.
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