San Pablo (Miércoles, 14-06-2011, Gaudium Press) El día lunes 13 comenzó frío, muy frío. Pero eso no impidió que, desde temprano, millares de católicos estuviesen asistiendo misas en las varias iglesias de la megalópolis brasileña de San Pablo, donde San Antonio es el patrono.
En todas las parroquias que llevan el nombre del Santo nacido en Lisboa y fallecido en Padua, las misas estuvieron repletas de fieles. Esto ya es una tradición. Pero tampoco faltaron las acostumbradas «fiestas juninas» [ndr.: fiestas de carácter popular] en prácticamente todas estas iglesias.
Así fue, por ejemplo, en la Iglesia de San Antonio de Pari, templo que en este 13 de junio acogió el mayor número de devotos. En ella, los fieles paulistanos comenzaron a llegar antes de la misa de las 6 de la mañana. Y durante todo el día la gran afluencia de personas fue una constante, hasta las 19:30, horario de la última celebración. Hubo diez misas, celebradas a cada hora y media.
Al inicio de la noche hubo una procesión para concluir las celebraciones religiosas. Fue la 97ª fiesta realizada en la parroquia del barrio de Pari en honor del santo portugués. Se estiman en 100 mil personas las que honraron a San Antonio de Padua en esta iglesia que queda en la región central de San Pablo.
La CET (Compañía de Ingeniería de Tránsito) interrumpió el tránsito de vehículos en la Plaza Padre Bento, donde está la Iglesia, y en las calles adyacentes. Durante todo el día hubo distribución de pan bendito para los fieles. Los devotos de San Antonio llevan estos panes a casa y los colocan dentro de vasijas de alimentos, pidiendo al Santo que no deje faltar alimento en aquel hogar. Es un recuerdo de un milagro ocurrido por intercesión de Fray Antonio: él distribuía panes a los pobres y, por más que ellos se llevasen sus panes benditos, la cesta del santo no se vaciaba.
Hasta alrededor de la medianoche aún había gente en la Iglesia. Un grupo de fieles preparó una torta gigantesca. Ella tuvo que ser esparcida por tres de las grandes salas que quedan en las dependencias de la parroquia. Quien quisiese, podría dar una limosna y llevar un pedazo de ella a casa.
Sobre todo las jóvenes solteras llevaron mucho esa torta. Ellas tienen certeza de que San Antonio puede conseguirles un buen casamiento, en caso de que coman esa masa bendita. Esto porque San Antonio, por causa de su santidad, tiene fama de ser gran intercesor junto a Dios: es un «milagrero», en el decir del pueblo. Él recupera las cosas perdidas; da salud a los enfermos; ahuyenta al demonio, el error y la peste. Por tanto, conseguir un casamiento no sería mucho para él. De ahí que él es también el «Santo Casamentero».
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