Redacción (Miércoles, 13-07-2011, Gaudium Press) La acogida afectuosa, el gran respeto de los tres interlocutores entre sí, la elevación del tema tratado, el tono de la conversación y, sobre todo, la delicadeza y la didáctica de Jesús hacen del encuentro de Jesús con los discípulos de Emaús uno de los más bellos episodios del relacionamiento humano.
Es con vista a enseñarnos cuán benéficos son los efectos de la hospitalidad -calidad de alma propia de aquel que ordenadamente usa de su instinto de sociabilidad- que la Liturgia de hoy nos propone considerar la belleza de la aparición de Jesús a los discípulos de Emaús. En esta narración, ambos dejan entrever cuánto poseen un corazón afectuoso, caritativo y generoso para con un desconocido que los alcanza en el camino. Ellos no tienen la menor fimbria de respeto humano de explicar al forastero los principales aspectos de la vida, pasión y muerte de Jesús, como la propia desaparición de su Sagrado Cuerpo, siempre llevados por una sociabilidad virtuosa tan rara en los días de hoy, y tan indispensable para una convivencia agradable.
Consideremos el gran respeto usado por los tres entre sí en este episodio, como también la elevación del tema por ellos tratado y el tono de la conversación. ¡Cómo sería altamente formativo el poderse reconstituir tal cual se dio esta convivencia de los dos con el Divino Maestro resucitado! De inmediato, se configuraría delante de nuestros ojos el gran contraste con los encuentros tan comunes y corrientes en la actualidad. ¡Cuánto tendríamos que aprender de este sacrum convivium!
Por Mons. João S. Clá Dias, EP
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