Santiago (Martes, 26-07-2011, Gaudium Press) El pasado sábado 23 de julio, cerca de 2 mil agentes pastorales se congregaron en el colegio de los Sagrados Corazones de la Alameda para participar de la Asamblea Arquidiocesana con motivo de la celebración de los 450 años de la Iglesia de Santiago. El encuentro fue organizado por la Vicaría General de la Pastoral y contó con la presencia de obispos auxiliares, vicarios episcopales, párrocos, diáconos permanentes, religiosos, religiosas y representantes de comunidades parroquiales, colegios y movimientos apostólicos.
Mons. Ezzati se dirige a la comunidad |
Tras la oración inicial, el Arzobispo de Santiago, monseñor Ricardo Ezzati, compartió con los presentes las directrices y acentos pastorales que desea impulsar en lo que queda del presente año y el próximo. En la ocasión, expresó el deseo de los Obispos de Chile de convocar a una misión juvenil para el 2012 y llamó «a toda la comunidad arquidiocesana a unirse a esta gran tarea: que los jóvenes puedan escuchar la Buena Noticia, la Palabra de Vida y de futuro que Jesús les quiere dirigir».
«Los jóvenes son prioridad de la Iglesia en América Latina, en Chile y en Santiago. Por eso los invito a todos a sentir la misión juvenil no como una tarea particular o una tarea que interesa sólo a un grupo de hermanos, sino como una tarea de nuestra Iglesia», expresó.
Reiterando este llamado, el Pastor exhortó a los presentes «a poner su mirada en lo que Jesús nos está pidiendo hoy día, que nuestro corazón y palabra de vida estén dirigidos al mundo de los jóvenes. Esta será la tarea principal de la Iglesia de Santiago en particular para este segundo semestre y el próximo año».
La respuesta de la Iglesia a los nuevos desafíos
Continuando con su intervención y a propósito del 450 aniversario de la Arquidiócesis, el obispo invitó a los asistentes a reflexionar sobre lo que la Iglesia quiere ofrecer al país a la luz de los desafíos actuales que enfrenta como sociedad: «qué le podemos ofrecer a un Chile que parece invadido por tentaciones, sobre todo la tentación de creer que el futuro y la felicidad consisten en tener más dinero en el bolsillo».
En este mismo sentido, manifestó que los fieles laicos junto a sus obispos tiene el deber de discernir acerca de «cuál es la palabra oportuna que la Iglesia está llamada a pronunciar en estos momentos», especialmente en circunstancias de crisis y desencuentros, ya que «allí la Iglesia está llamada a ser un signo de esperanza».
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