viernes, 22 de noviembre de 2024
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"Quien me presenta la misión es el Espíritu Santo, que dirije la Iglesia, de la cual soy apenas un siervo inútil": Obispo de Joinville, Brasil

Joinville (Lunes, 22-01-2011, Gaudium Press) Mons. Irineu Roque Scherer fue nombrado por el Papa obispo para la diócesis de Joinville, estado de Santa Catarina, Brasil, el 1 de junio de 2007. Por tanto, lleva más de 4 años al frente del gobierno pastoral de esa ciudad. Su jurisdicción abarca 15 ciudades de la región norte de Santa Cararina, y allí residen aproximadamente 750 mil católicos.

Mons. Scherer es Filósofo del Instituto Teológico de Santa Catarina, teólogo del Instituto Teológico Studium Theologicum de los Padres Claretianos en Brasil, y especialista en Espiritualidad del Carisma de la Unidad del ‘Centro Mariápolis Ginetta’ en Vargem Grande Paulista, Brasil.

En Roma, en la Pontificia Universidad Gregoriana hizo su maestría en Historia de la Iglesia. En la Ciudad Eterna perfeccionó su estudio del alemán, el francés y el inglés.

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En su administración pastoral, Mons. Scherer vio «cruces» pero también «muchas luces y victorias a ser celebradas»

El 15 de abril de 1998 fue nombrado por la Santa Sede como obispo de Garanhuns, estado de Pernambuco, Brasil, su ministerio episcopal inmediatamente anterior al actual.

En entrevista a Gaudium Press hizo un balance de los 4 años de gobierno pastoral en su diócesis y de las perspectivas apostólicas a futuro:

Gaudium Press: ¿Usted podría hacer un balance, en breves palabras, de estos 4 años al frente de la diócesis de Joinville?

Mons. Irineu Scherer: Mira, puedo decir que pasé por cruces y luces. Las cruces hacen parte, pues nuestra vida no se mueve en un mar de rosas. Nuestra Iglesia es santa y pecadora. Si vi cruces, también vi muchas luces y victorias a ser celebradas. Pero, durante los cuatro años que estoy en la Diócesis de Joinville, Dios me hizo ver y ocurrir muchas cosas buenas.

Fui muy bien acogido desde el inicio. Por eso, busqué retribuir siempre. E incluso si no hubiese sido así, yo debería querer el bien de todos. Y esa ha sido mi línea de conducta hasta el momento.

En primer lugar, me he esforzado para crear un clima de familia entre los sacerdotes, proporcionándoles una preocupación constante de que si queremos dar Dios a las personas, que el amor fraterno exista entre nosotros. De lo contrario, está el peligro de tornarnos funcionarios de lo sagrado, encapsulándonos en una vida cerrada en nosotros mismos. Creo que crecimos mucho en la co-responsabilidad de asumir juntos, diocesanamente, el compromiso del anuncio del Evangelio.

Las vocaciones tampoco han disminuido en la Diócesis. He dado fuerza y acompañado, de cerca, a cada seminarista diocesano e incentivado las vocaciones religiosas, los movimientos y las nuevas comunidades. He respetado, dado espacio e incentivado la presencia de los carismas en la Diócesis: de los religiosos, movimientos y nuevas comunidades, que han crecido mucho en número y calidad de los vocacionados.

Reestructuramos nuestra Mitra o Centro Diocesano de Formación, re-dividiendo y mejorando los espacios de trabajo. Busqué acompañar y modernizar nuestra administración, que se volvió ‘on line’, y profesionalizando, al máximo, a todos los funcionarios. Las acciones pastorales, del mismo modo, haciendo que todo ocurriese con dignidad, calidad y, sobre todo, con mucho dinamismo, en comunión con la Regional y la CNBB.

Creció mucho el «protagonismo de los laicos» en la acción pastoral. Hemos ocupado mucho tiempo en favor de los pobres. Nunca se consigue hacer lo suficiente. Pero, integramos las actividades de todas las 30 instituciones existentes en la Diócesis, lo que ha generado más alegría en servir, más comunión y ayuda mutua. Apoyamos las iniciativas de los jóvenes y creamos una Escuela de Danza Sacra en la Diócesis y apoyamos también el Festival Anual de Danza Sacra, atrayendo jóvenes a Dios. Los alumnos de nuestra Escuela de Teología para Laicos han aumentado anualmente. En este año sumamos un total de 2.900 alumnos, lo que significa un crecimiento gradual y calificativo de la propia Escuela Teológica y el interés de los laicos por el conocimiento y profesión de su fe.

GP: ¿Cómo fue recibida, por usted, la noticia de asumir la diócesis de Joinville?

Mons. Scherer: Como siempre nosotros recibimos la noticia de una transferencia de diócesis con mucha sorpresa y, al mismo tiempo, con espíritu abierto, ya que en el día de la ordenación yo había prometido obediencia a mis superiores. Y para mí la voluntad de Dios se manifiesta a través de los superiores. Son ellos los instrumentos de Dios que direccionan nuestra vida.

Naturalmente estaba feliz en la Diócesis de Garanhuns, donde trabajé durante nueve años. Poseía también muchos proyectos, en la época, que fueron interrumpidos con mi súbita transferencia. Pero, la vida es así como San Pablo decía: «Yo planté, Apolo regó y es Dios quien hace crecer; de modo que ni el que planta, ni el que riega son cosa alguna, sino únicamente Dios, que efectúa el crecimiento» (I Cor 3, 6-7).Por tanto, por un lado recibí la noticia con sorpresa, pero al mismo tiempo con mucha apertura al nodo ( ) que vendría y que ni podría imaginar.

GP: ¿Cuáles son sus expectativas en relación a esta misión pastoral, en el sur de Brasil?

Mons. Scherer: Mis expectativas son las mejores. En el trabajo lo que me interesa realmente es que las buenas ideas sean puestas en práctica. No me interesan solo las buenas intenciones y los buenos programas. Nuestro amor a Dios y a nuestros hermanos, o es concreto, o no vale nada. Por eso, tengo conciencia de la misión que me fue confiada y no puedo estar parado con la intención de ver que las cosas sucedan por sí solas. Busco reflexionar mucho, dar espacio a la fantasía y moverme lo máximo posible, yendo al encuentro de las necesidades pastorales.

Y quien me presenta la misión es el Espíritu Santo, que dirige la Iglesia, de la cual soy apenas un «siervo inútil». Me dejo inspirar por Él, y, me coloco con alegría a su disposición para servir a la Iglesia. Por eso, soy un obispo feliz y realizado.

GP: ¿Cuáles son las esperanzas para el futuro?

Mons. Scherer: Estoy siempre alegre en la esperanza. Tenemos muchos proyectos diocesanos a la vista. Si Dios me permite, los realizaré con el mayor empeño posible. Por ahora, tengo salud y juventud, y si es posible, me gustaría que mi presencia en la Diócesis diese grandes alegrías al pueblo. Pero, siempre estoy a disposición de mis superiores y de la voluntad que viene de lo alto.

GP: ¿Usted podría dejar un mensaje para los fieles de la diócesis?

Mons. Scherer: Queridos diocesanos, la vida continúa. Son solo cuatro años hace que estoy con ustedes. Agradezco por todas las alegrías que me proporcionaron. Continuemos unidos. Juntos podemos realizar grandes cosas a los ojos de Dios. Cuenten conmigo, pues estoy a vuestro servicio, y cuento con vuestra mayor buena voluntad. ¡Que Dios bendiga a todos y cada uno en su misión!

 

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