Washington (Miércoles, 31-08-2011, Gaudium Press) Cada año, el 5 de septiembre, los estadounidenses celebran el Día del Trabajo como una ocasión para honrar a los trabajadores. Con motivo de la conmemoración, Mons. Stephen E. Blaire, Obispo de Stockton, Estados Unidos, y Presidente del Comité de Justicia y Desarrollo Humano de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB), en un mensaje dirigido a los fieles de su país, hizo un llamado a mirar «los costos humanos y los retos morales de una economía en quiebra».
Mons. Blaire propuso un «marco católico para la vida económica» |
«Este año, el Día del Trabajo, es menos un tiempo para celebrar y más una ocasión para reflexionar y para actuar ante la actual crisis económica y las dificultades que hoy experimentan los trabajadores y sus familias. Para los católicos es también una oportunidad para recordar la tradicional enseñanza de la Iglesia sobre la dignidad del trabajo y los derechos de los trabajadores», exhorta Mons. E. Blaire al iniciar su misiva.
También señala que el Día del Trabajo de este año llega en un momento particular para el país norteamericano: «millones de nuestras hermanas y hermanos están sin trabajo, la crianza de los niños en muchos casos se da en situación de pobreza y en medio de temores sobre su seguridad económica. Estos problemas no son sólo económicos, sino también dramas humanos, desafíos morales y una prueba de nuestra fe».
Dice además que estos problemas, que representan diversos retos en la dimensión financiera y económica, cuentan con un inevitable costo humano y moral: «Este Día del Trabajo debemos mirar más allá de los indicadores económicos, cambios en los mercados de valores y conflictos políticos, y centrar la atención en los trabajadores comunes y sus familias, muchos de los cuales están sufriendo, se encuentran desanimados y abandonados por la economía».
El Obispo de Stockton recuerda también que en la enseñanza católica el trabajo tiene una dignidad intrínseca, porque él no sólo está para satisfacer las necesidades del ser humano o para proveer económicamente a las familias, sino para colaborar en la creación de Dios y en la construcción del bien común. «El trabajo humano representa ‘la colaboración del hombre y de la mujer con Dios en el perfeccionamiento de la creación visible'», agrega monseñor citando parte del Catecismo de la Iglesia Católica.
«La economía existe para la persona, no la persona para la economía»
En su mensaje Mons. E. Blaire propone además un «Marco católico para la vida económica», por medio del cual recuerda que «la economía existe para la persona, no la persona para la economía», y dice que en el camino para recuperar la confianza en la vida económica la fe católica ofrece un conjunto claro de directrices morales, las cuales responden precisamente a los sufrimientos de los desempleados y a los temores de muchas personas en los Estados Unidos.
«La tradición católica llama a una sociedad de trabajo, empresa y a la participación, que no está dirigido contra el mercado, sino que exige que el mercado sea controlado oportunamente por las fuerzas de la sociedad y del Estado para así asegurar que las necesidades básicas de toda la sociedad estén satisfechas», dice el Obispo haciendo eco de «Centesimus Annus» de Juan Pablo II.
Finalmente, Mons. E. Blaire hace un llamado para que todos los fieles y hombres de buena voluntad renueven su compromiso en la misión acomendada por Dios de defender la vida y la dignidad humana, a celebrar el trabajo y defender con esperanza y convicción a los trabajadores.
«La crisis nos obliga a revisar nuestro camino, a darnos nuevas reglas y a encontrar nuevas formas de compromiso, a apoyarnos en las experiencias positivas y a rechazar las negativas. De este modo, la crisis se convierte en ocasión de discernir y proyectar de un modo nuevo. Conviene afrontar las dificultades del presente en esta clave, de manera confiada más que resignada», concluye el Obispo citando parte de la Encíclica «Caritas in veritate» de Benedicto XVI.
Con información de la USCCB.
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