sábado, 23 de noviembre de 2024
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El vendedor de consejos

Redacción (Lunes, 10-10-2011, Gaudium Press) La memoria es la capacidad que tiene el ser humano de evocar recuerdos vividos. Eso me ocurrió cuando en una conversación con un viejo amigo, a propósito de un asunto que tratábamos, salí un poco del contexto de nuestra reunión y comencé a recordar. Dejé un poco este teutón-brasileño que me miraba de un modo inteligente y…

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Imagen de la Virgen del Buen Consejo, en Genazzano, Italia

Me acordé de la entrada de la pequeña ciudad de Genazzano, que lleva este nombre por causa de un milagro ocurrido en el siglo XV. Se trata de un fresco que se desprendió de una iglesia en Albania, atravesó el mar Adriático, acompañado por dos soldados que andaban sobre las aguas, como hizo San Pedro, hasta Roma. Está allá, la linda imagen de la Virgen con su Divino Niño, bajo la invocación de Madre del Buen Consejo.

Aconsejar es un don del Espíritu Santo: el don del consejo. Es la luz Divina que ilumina nuestra consciencia y perfecciona la virtud de la prudencia, y así, nos lleva a evitar el error y amar el bien. También podemos hacer el bien a terceros, cuando tenemos la palabra correcta, en la hora adecuada…

Volví a tomar el hilo de la conversación, que estaba relacionada a este hecho. Este amigo mío continuaba en la narración de un episodio ocurrido, en aquel día.

Él había dejado una clínica donde fue para hacer un examen de sangre. Y como es natural, después de un largo ayuno exigido por las reglas médicas, se dirigió a un café para comer algo. Estaba saboreando su sándwich, cuando fue abordado por dos jóvenes que le pedían ayuda.

¡Ahora, no! Respondió mi amigo. Se alejaron y en la esperanza de conseguir algo, esperaron un poco y a la salida, nuevamente insistieron:

– Usted puede darnos algo, un poco de dinero, para nosotros.

Respondió mi amigo: ¡No! ¡No doy nada, solo vendo!

– ¿Vende? ¿Pero qué vende? Preguntó uno de ellos.

– ¡Vendo consejos!

– ¿Y cuánto cuesta? el más experto e intuitivo indagó.

– ¡una moneda de veinte centavos!

Él entonces buscó en su bolsillo aquella pequeña moneda y la entregó a mi conocido. Diciendo: ¡Yo quiero un consejo!

Mi amigo dijo: ¡Yo no tengo nada! Todo lo que tengo viene de Dios. ¡Cuando necesiten algo, siempre, pidan a Él!

Boquiabiertos con la respuesta miraban a mi amigo, que les dijo: ¡Vengan vamos! Y entrando nuevamente a la confitería les compró dos sabrosos refrigerios.

Me dije a mi mismo: eso, sí que es opción preferencial por lo social, pero pasando antes por lo espiritual. Tengo certeza que ellos ganaron mucho más con la lección de «mi vendedor de consejos», que con haber degustado los bocadillos dados.

Por Lucas Miguel Lihue

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